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Cuando era chica (parte 4)
Fecha: 03/10/2017, Categorías: Hetero Autor: evloguer, Fuente: SexoSinTabues
... jugábamos a los novios. Me reprochó que no debería dejar que nadie me viese o tocase las partes íntimas, sonaba contradictorio ya que él mismo me estaba metiendo lentamente su barra de carne y antes me había visto desnuda. Igual era entre delicioso y doloroso sentir la puchita abrirse al máximo para me entrase ese chorizo duro, me la metía un poquito y esperaba mirándome la cara, creo que mi expresión no era de dolor al seguir empujando. En un momento llegó hasta el fondo y riendo me dijo que me había metido casi la mitad, incrédula bajé la mano para apreciar que mucho pito quedaba afuera aún. Le pedí perdón por ser tan chiquita pero respondió que era deliciosa. Al empezar a serrucharme me ardía la conchita y le hice saber que no lograba ver las estrellitas de ese modo, muy solícito me informó que me compensaría por las molestias. Pensé que la sacaría pero solamente aceleró las metidas hasta bufar llenándome la puchita con su leche; luego de pasarme un trapito para quitar el semen que me brotaba del tajito lo atacó con la boca. Me comía la conchita con maestría quitándome los ardores mientras me llevaba hasta las nubes, eso sí me gustaba mientras reflexionaba que debería ser obligatorio por ley que a todas las nenas se les chupase la conchita un par de veces diarias. Le apreté fuerte las piernas alrededor del cuello mientras caía en un pozo sin fondo, era un vértigo con estrellitas de colores y creo que grité de placer mientras me lamía la chuchita. Quedé despatarrada y ...
... satisfecha mientras mi papito me alzaba en brazos para ir a bañarnos. Ya bajo el agua tibia me lavaba suavemente, parecía que sus manos acariciaban mi piel y se ponían temblorosos al limpiarme las partecitas secretas. Yo ya sabía que no debo mostrar esas partes a nadie, pero la espuma tapaba bastante mis zonas íntimas además no podría verme la cola mientras la lavaba deslizando un dedo entre mis nalguitas. Me asusté al sentir un dedo jabonoso en el agujero de hacer caca, pensé que se notaría que Luisito me la había metido recién por allí; pero no: papito seguía apretando mi anito hasta que logró que entrase el dedo. Ese dedo era gordote, tan grande como el pitito de Luis pero no me dolió al estar bien enjabonado. Pude apreciar que su pitote se ponía duro nuevamente pero quedaba indecente si su hijita inocente le miraba eso, por suerte su boca besándome no me permitía ver esas cosas indecorosas. Se sentó en la bañadera invitándome que me sentase encima de él. No le veía la barra de carne pero la sentía acomodarse entre mis nalguitas, todo estaba muy resbaloso y me encantaba jugar al caballito sintiendo que su glande me recorría toda la cola hasta mi puchita. De repente me tomó de la cintura frenando el rozamiento y pensé que se habían terminado los jueguitos, pero estaba equivocada al sentir que me punteaba el anito. Eso ya me daba miedo al recordar lo gorda y grande que es la pichula de mi papito, hablándome al oído aconsejaba que me dejase flojita mientras me dejaba caer ...