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46.3 Con Maira y el pasado
Fecha: 02/07/2020, Categorías: Gays Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos
... ahora se me vuelve un tierno niño para comerlo. –se aproximó a mí y pegó su cuerpo al mío, me envolvió su tenue calor, la suavidad de su mano acariciaba mis pechos, las yemas de sus dedos aplastaban mis pezones en suavísimas caricias, la tersura sedosa de su verga rozaba en mis muslos. El ritual para el apareamiento se había iniciado, lo indicaba el crecimiento que iba experimentando su polla y mi sumisión de hembra ante el cortejo de su macho. Desplegaba todas las arteras dotes de las cuales la naturaleza le había dotado tan bien. Me quería conquistar para llevarme a que cumpliera sus deseos y su instintivo cortejo me embaucaba impregnando mis sentidos de él. Todo su organismo se había puesto a trabajar a su favor, y hasta su olor a hombre, a macho deseoso de llegar a la cópula se había incrementado, lo notaba en mi piel en contacto con la suya, que aspiraba a través de sus poros los deseos más primitivos que la suya transmitía. Mi fábrica de endorfinas estaba trabajando a tope, mi deseo de él se estaba volviendo irresistible y comencé a gemir vencido por el deseo. Su instinto le dejaba conocer cuál era mi estado y el punto de sumisión en que me tenía. Mordió el lóbulo de mi oreja y suspiré profundamente, no hablaba, solo disfrutaba de las sensaciones placenteras que su actuación y todo él producían en mi organismo. Extendí mis brazos sobre la cama y agarré con fuerza la sabana, hundí el rostro en el colchón y abrí ligeramente mis piernas, me montó como cualquier ...
... animal a su hembra y su miembro potentísimo, mojado de sus jugos, rozaba presuroso entre mis nalgas. El sudor pegaba su pecho a mi espalda, sus babas llenaban mi cuello y mi ano latía esperando ansioso el encuentro con su verga, le sentía dilatarse por sí solo esperando la invasión a la que iba a ser sometido, abrí totalmente mis piernas como si fuera una rana dispuesta a efectuar su salto mortal y elevé mi trasero dejándolo expuesto para el semental que quería, que necesitaba cubrir y preñar a su hembra en obediencia ciega al instinto natural. Sostenía su cuerpo con sus manos abiertas a los costados del mío sobre la cama. Su pene, rígido como una barra de acero caliente, punteaba entre mis nalgas, buscando su camino él solo en varios intentos, hasta que acertó la diana de mi ano y supo de su acierto, porque paró un momento hasta que sus riñones se contrajeran impulsando sus caderas para que su verga avanzara. Mi ano se abrió para él, estirándose para acoger su gorda y caliente cabeza hasta que la trago y se cerró ligeramente tras de ella. Resultaba delicioso sentir la tirantez de mi culo, y su pequeña recuperación cuando traspasó la defensa de mi anillo, y su nuevo estiramiento para acoger el resto de su falo que iba entrando sin parar hasta hacerse dueño del lugar y llenarme por completo. Mis gemidos no se hicieron esperar, tiró para atrás de sus caderas y sus testículos dejaron de presionar en mi perineo, y reculé para que volviera a meter lo que había salido, ...