1. El hambre con las ganas de comer


    Fecha: 04/07/2020, Categorías: Confesiones Autor: Dita Delapluma, Fuente: CuentoRelatos

    ... sonriendo con dulzura, y llevando en las manos tres capullitos de rosa roja. – Para ti. Acepto.
    
    -¡Oh, Bruno, ¿harás eso por mí?! – contestó ella, pasando también a tutearle. - ¡Gracias! Todo es culpa de mi novio… ¡me ha sido infiel! Dice que… dice que está harto de que sea virgen, por eso se va con otras, para desahogarse. Dice que si no consiento en acostarme con él, me abandonará… le quiero, ¿sabes, Bruno? Por eso, voy a ceder… pero ya que él se ha acostado con otras, ¡también yo voy a hacerlo! Si está harto de mi virginidad, que no se preocupe, que no la catará, serás tú quien te la lleves… - El rostro de Bruno no podía contener el desencanto, pero la joven continuó – Y la verdad… me alegrará que seas tú. Mi novio siempre dice que no significa nada cuando se acuesta con otras, pero yo… yo sí quiero hacerlo con alguien que sí signifique algo.
    
    “Significo algo…. Significo algo para ella…”, se dijo Bruno mientras pasaban al interior de la casita, y el policía subía las escaleras hacia la alcoba… hasta que se dio cuenta que ella iba camino del salón, y la siguió corriendo, sin que ella se diera cuenta de su equivocación. “No seas tan ansias, puto gumias, has esperado más de treinta años, puedes esperar media hora más”, se dijo. Charito colocó los tres capullos de rosa en un platito con agua, y se sentó en el sofá del saloncito. Bruno la imitó, quitándose los guantes, y se dio cuenta que le picaban las manos, y sentado ya, se encogió un poco sobre sí mismo, cruzando los ...
    ... brazos en el regazo, para disimular que otra vez… ¿cómo se decía…? Sí, “tenía una reacción involuntaria del cuerpo”, eso.
    
    Charito le miraba de reojo, con la cabeza gacha y sin dejar de sonreír. Estaba colorada, y eso la hacía muy bonita, pero estaba muy tensa, y se le notaba, no dejaba de retorcer el vuelo de su blusa blanca.
    
    -Creo que tú… tú… puedes entender el… “miedo” que tengo a éste momento, porque estás en la misma situación que yo… - balbució ella.
    
    -Claro que sí. – admitió el Rubio. Él también tenía miedo, se dijo a sí mismo, por más que le reventase reconocerlo. Pero él tenía miedo de correrse encima y que se le desinflase. Tenía miedo de que no se le pusiese dura por los nervios, de no dejarla bien, de no hacerla disfrutar… ella, tenía miedo de que le doliera. Bruno se dio cuenta de que estaba respirando a golpes, y que ella estaba sentada a un cojín de sofá de distancia y cada vez parecía irse recogiendo más… si no hacía algo pronto, ahí se iban a quedar toda la noche sin tocarse, ella era demasiado tímida para atreverse a dar primeros pasos… Con cuidado, se arrimó a ella y le pasó el brazo por los hombros. Charito tembló del susto, pero no se apartó, le sonrió con timidez. - ¿E-empezamos…? – musitó Bruno. Y ella pareció tomar coraje, y asintió. Cerró los ojos y arrimó la cara. “Rubio: ¡AL ATAQUE!”, se dijo.
    
    La apretó entre sus brazos y la besó, primero presionando su boca contra la de ella mientras le acariciaba la espalda, y casi enseguida, su lengua ...
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