Enamorada de una polla!
Fecha: 12/07/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Soy, supongo, una chica normal.
Cuando tenía 13 años fui a ver a mi abuelo a su casa de la playa, vive solo desde que está viudo. Llegué encantada a acompañarlo por tres días pues me gusta el mar, no me entiendo con las chicas de mi edad, me gusta el tango, la poesía y la lectura. En ese lugar encontraba todo eso y mucho amor.
Bien él se puso feliz de verme, aunque al llegar un poco temprano lo encontré todavía en la cama con su pasatiempo favorito, jugar bridge on line y escuchando boleros, yo tenía llave así que simplemente había entrado. Era invierno y aunque tenía prendida la chimenea yo de regalona dejé mis cosas en mi dormitorio y me metí a su lado en la cama.
"Niña no hagas esto, ya estás muy grande para acostarte conmigo y me distraes!"
"Pero Lelo ¿que tiene de malo?, está rica tu cama y tu estás calientito, anda no seas gruñón con tu niña que te ama"
Al pegarme a su cuerpo noté que estaba sin ropa en la parte baja de su cuerpo, y sin embargo igual enrollé mis piernas con las suyas.
Rápido terminó su juego y me dijo
"Date vuelta que me voy a levantar, me ducho y vamos al puerto para hacerte esas comidas que te gustan tanto!"
Hice lo que me decía pero cuando iba hacia el baño no pude evitar mirarlo de reojo y vi su miembro, para mi y mis incursiones en páginas porno, ¡INMENSO!
Pesé como las mujeres de las pelis se dejaban penetrar con tanto gusto por tales aparatos, pero me salí de la cama y se la arreglé, me volvía a vestir con unos ...
... pantalones pitillo bien ajustados a mi cola y piernas, un pulóver de cuello alto que dibujaba mis pezones, libres de nada que les sujetara, aunque mi madre decía que se me caerían los pechos muy joven por esa mala costumbre.
Mi lelo ya estaba listo y me dijo que tomaríamos chocolate caliente con churros en el puerto, eso me puso feliz, era lo que más me gustaba, mi madre vivía pendiente de las dietas y no me dejaba comer cosas fritas y menos tomar o comer chocolates. Con mi abuelo era algo común, a ambos nos gustaba y lo bebíamos en la mañana y en la noche.
Hicimos nuestro paseo, almorzamos en otra playa y llegamos de vuelta cuando ya estaba la hora del crepúsculo, la mujer que hacía el aseo había dejado todo listo y prendidas las salamandras y la chimenea, a esa hora nos íbamos a sentar en la galería, mi lelo con su pipa, poníamos música y veíamos como se venía la noche, ese día solo estaban las llamas iluminando el ambiente y la luz de su pipa.
"Niña prende las luces!"
"No lelo, esta hermoso así, quiero pedirte que me enseñes a bailar tango, anda párate y enséñame, no seas malo, quiero aprender así a media luz como dice ese tango que te gusta tanto!" Lo que estábamos escuchando era un CD de tangos en MP3 que yo le había traído de regalo, sonaba uno que me gustaba mucho y que se llamaba Tarde Gris.
Él se paró y me tomó entre sus brazos y empezó a enseñarme los primeros pasos, yo me pegué a su cuerpo, quería que sintiera que ya era una mujer y sí quería sentir su bulto ...