1. Mi casera me la chupaba estando en la Universidad


    Fecha: 14/07/2020, Categorías: Incesto Autor: Antonio Alexilo, Fuente: CuentoRelatos

    ... el cuerpo revolucionado y he perdido la vergüenza, ¡pero como puedes tener ese pedazo de pito!, ¡con tu edad!, además tu pito es muy rudo y bello a la vez, mirarte me conmueve tanto que casi me hace daño, por eso no he podido resistir la tentación de continuar espiando.
    
    Hago aquí un inciso necesario para describirme, puesto que lo que sintió Cecilia al ver mi polla junto a su rostro lo han sentido más mujeres y esa es la razón de mi facilidad para convencer. Sé que al leer cómo me describo a mí mismo, muchos diréis que soy un presuntuoso y un fanfarrón, ¡tenéis derecho a decirlo!, pero además de ser verdad mi descripción, es que es necesario para que entendáis porqué sucedió lo de mi casera. Yo:
    
    Mi miembro es grande, no demasiado, solo veinte cm, pero es muy grueso y el glande es, ¡"un mazo"!; pero sobre todo es un pene muy atractivo para las mujeres, no sé porque. Mi pene se muestra "grandote" incluso sin erección; es de piel algo oscura y con pliegues enrollados a medio empalmar. Algunas mujeres me han dicho que mi pene les recuerda el miembro de un caballo, no por el tamaño, ¡claro está!, sino por su aspecto rudo. Mi rostro aniñado y mi pene con apariencia madura y "casi animal", las vuelve locas.
    
    Cecilia entró en mi habitación seguida de mí, cerré la puerta y me acerqué a ella, que estaba roja de vergüenza y a punto de echarse a llorar. Puse mis manos en sus hombros apretando hacia el suelo, ella siguió mi indicación y, sin hablar, clavó sus rodillas sin medias ...
    ... en las viejas losas del suelo. Yo acerqué mi polla desnuda a su boca y, tirando de su cabellera hacia mi cuerpo le estampé mi glande contra sus labios pintados de rosa. Abrió la boca como una cría de rapaz y "se tragó" mi gordo glande entero, mordió mi polla donde acababa el glande, marcando sus dientes y, acto seguido me miró a los ojos al liberar mi polla del mordisco. Le agarré la cabeza con las dos manos y moviendo mi culo le metí la polla en la boca hasta sentir como su campanilla se deslizaba sobre la punta de mi miembro. Aquella mamada, tanto tiempo esperada, hizo que mis huevos se relajaran tanto que colgaban más de diez centímetros por debajo de mi pene, golpeando la garganta de doña Cecilia por debajo de su barbilla, a cada viaje que le metía en la boca. Entraba y salía de su boca con movimientos cada vez más violentos, sus labios entregados hacían ruidos al ser traspasados continuamente por mis veinte, gruesos, centímetros de polla. Me corría sin remedio, me agarré a su nuca con las dos manos, conservando Cecilia en su interior mi pene entero. Sentí como un caño de leche salía de mi pene, directo hasta su garganta; apreté a Cecilia contra mí y solté otro chorro aun mayor sobre su esófago, ¡que gustazo aquella primera vez! Se la saqué de la boca de golpe y Cecilia derramó dos bocanadas blancas sobre su vestido color beige. Cecilia lamió los restos que circundaban mi prepucio y me dijo:
    
    —Antonio, tu corrida es dulce como la miel; me siento tan bien, gracias por ...
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