1. El hijo de la patrona


    Fecha: 16/07/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Danino, Fuente: CuentoRelatos

    ... mujer. —y sonriendo le dije— sin espiar por las rendijas de una ventana.
    
    Él asombrado, miraba con ojos enormes. Estaba con short y remera liviana y en la entrepierna empezaba a crecer un bulto prometedor. Yo también me estaba excitando con los hechos. La ausencia de mi marido en nuestras relaciones me dejaba presa de mis más bajas intenciones.
    
    Lentamente, fui desabrochando mi blusa. Él no perdía detalle. Una vez abierta mi blusa, me deshice de ella lentamente y abrí el cierra de mi corta pollera. Estaba descalza y en ropa interior.
    
    —¿Es así como te gustaba verme?
    
    —Si. Me encanta. —es usted muy bella Daniela.
    
    -¿Quieres que me saque el corpiño? —pregunté.
    
    —Por favor, hágalo, por favor me gustaría mucho.
    
    Lo hice y mis pechos en plenitud quedaron frente a sus ojos embelesados.
    
    —Es tan bella —decía arrobado plenamente— ¿Me dejaría tocarla?
    
    Asentí sin decir palabra. Sentía húmeda mi vagina. La situación me ponía caliente. Sentí sus manos acariciando mis pechos y le dije:
    
    —¿Te gustaría besarlos?
    
    —Si. Déjeme que lo haga. Dígame si lo hago bien —pidió.
    
    El maldito los hizo tan bien que mis jugos inundaban mi vagina. Cerré mis ojos mientras el muchacho me bajaba la trusa y dejaba mi panocha al descubierto.
    
    —Bésame ahí, —le pedí— pásame la lengua que me estoy calentando y me gusta lo que haces.
    
    Las películas porno habían hecho buena escuela en él. Me estaba enloqueciendo con sus caricias. Tendida en la cama mis sentidos ya no podía ...
    ... controlarlos. Nuestras bocas se buscaron ansiosas y fundimos nuestras lenguas en besos salvajes. Mis gemidos por la calentura me sacaban de toda cordura.
    
    Su miembro parecía de hierro. Lo sentía apretado junto a mi vientre, Mordía mis pezones y mi enajenación me hacía murmurar cosas incongruentes.
    
    —Así. Guacho. No te detengas. —Casi gritaba yo— Quiero que me la metas. Dame tu leche. Quiero que me llenes con ese trozo enorme que tienes ahí.
    
    —La quiero con locura Daniela —me decía en el oído— La amo. La quiero sentir dentro suyo. Quiero llenar su vagina.
    
    Los labios mojados de mi pubis, dejaron entrar el miembro de Pablo en mi matriz hasta el fondo. Su mete y saca fue más lento que el que tenía cuando mi esposo me hacía el amor. Me enloquecía de placer, parecía un maestro del sexo. O sería que mi falta de uso me dejaba encantada con este acto.
    
    Mi pelvis golpeaba su vientre con violencia pasional y descontrolada. Estaba fuera de mí. Él con ambas manos en mis caderas empujaba su miembro en mi vagina y mis quejidos al llegar al orgasmo hicieron que su eyaculación inundara mi sexo. Jamás había imaginado a este muchacho capaz de darme tanto placer y tanta lujuria.
    
    —Dios mío. Me has dejado satisfecha hasta el máximo —le dije— Te agradezco el placer que me diste.
    
    —¿Podremos hacerlo otro día nuevamente? —Pidió Pablo— Me gustó mucho, Daniela.
    
    —A mi también, Pablo —contesté— Lo haremos más veces. Pero no debes mencionarlo a nadie ni contar a tus amigos.
    
    Tendidos en la cama, ...