Carolina y el vigilante
Fecha: 26/06/2017,
Categorías:
Transexuales
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Esta es mi segunda experiencia como travesti de closet, si les gusta les relatare la primera. En realidad sólo he tenido 4 hombres en mi vida, pero los cuatro han sido fantasías cumplidas. Está de mas decir que me encanta vestirme de mujer, tengo un gran cuerpo, piernas gruesas, abdomen plano, piel morena, pero sobre todo, un trasero enorme y firme, creanme que no les miento cuando les digo que mas de uno pagaria por este culazo moreno. Aunque sólo me visto en casa, tengo toda clase de accesorios, pelucas, tacones altos, maquilla y lenceria de primera, y un sin fin de tangas que he ido comprando a mi gusto. Me gusta el encaje por sobre todas las cosas. La historia comienza así: Un día me encontraba sola en casa (en ese entonces ya vivía sola en un pequeño depártamento que rentaba para estudiar la univerdiad, tenía 22 años, actualmente tengo 23), aburrida, así que decidí probarme lencería. Me miré al espejo durante horas mientras modelaba y caminaba con batas, tacones, pelucas, medias, ligueros, vestidos sumamente cortos y ajustados, etc. Vivía en el segundo piso, trataba de no hacer tanto ruido con los tacones para que mis vecinos no sospecharan, todo mi caminar era encima de una alfombra gruesa. Lo departamentos donde vivía estaban cercados y tenían una caseta de vigilancia bastante grande, inclusive la caseta tenía un segundo piso donde estaba el baño. El turno de los vigilantes solo era nocturno, es decir, de 10 pm a 10 am, y el resto del día permanecía la privada ...
... abierta. Eran tres los vigilantes que trabajaban ahí, dos eran jovenes, como de 35 y 30 años, pero uno era de aproximadamente 55 años. No les puedo negar que desde que descubrí mi gusto por la ropa de mujer y después por los hombres, siempre he fantaseado con maduros, así que ya sabrán cuál era el que me gustaba a mi. El señor se llamaba Alejandro, y era un viejito muy verde. Se la pasaba buscando pretextos para hablar con las vecinas, les miraba el trasero cuando pasaban, o se ofrecía a llevarles sus bolsas hasta sus departamentos. Jamás imaginé que pasaría lo que estoy a punto de relatar. Una noche como a eso de las 12, después de depilarme completamente y lista para darme un baño, me quedé sin agua en la regadera, no sabía que hacer, estaba al corriente con mis pagos y era muy raro que me quedara sin agua. Decidí salir en toalla a hablar con el vigilante, ya que a pesar de vivir en el segundo piso, mi edificio era el más cercano a la caseta. Era verano y hacía bastante calor así que sólo me puse una toalla de la cintura para abajo y caminé hasta la caseta. Cuando llegué toqué un par de veces pero nadie me atendió. así que decidí abrir la puerta para ver si no estaba dormido el vigilante en turno, hasta ese momento no sabía que le tocaba esa noche a Don Alejandro. Pasé y dije el clásico "buenas noches", pero nadie me escuchó. Había un sillón grande como para tres personas y cobijas donde generalmente dormían pero estaba todo revuelto. Abajo de las cobijas había varias revistas. ...