1. Desafío de galaxias (capitulo 64)


    Fecha: 06/10/2017, Categorías: Incesto Autor: calvito, Fuente: CuentoRelatos

    ... donde está ese… súper pretor? —preguntó con ironía.
    
    —Supongo que muerto, ese tipo de pretores no se rinde, ¿no lo sabias?
    
    —No, no lo sabía, porque cuándo he tenido alguno delante, le he cortado la cabeza, —el pretor guardó silencio—. Bueno, ¿y donde está el cadáver? —el pretor encogió los hombros mientras bajaba la mirada—. ¿Sabes lo que creo?, que eres un puto cobarde. No tienes huevos para sacrificarte como hacen los soldados a tus ordenes, y además, te proteges con hembras indefensas.
    
    —¡No me han dejado quitarme la vida! —vocifero el pretor.
    
    —J. J., tu cuchillo, —dijo Marisol tendiendo la mano, y cuándo lo tuvo, sin pensarlo, se lo clavó en la pierna al pretor que aúllo de dolor—. ¡Desatadle! Y todos atrás.
    
    Uno de los soldados, desató las manos del pretor que seguía berreando, mientras la insultaba.
    
    —Ya tienes un cuchillo, y nadie te va a impedir cortarte el cuello. Incluso, puedes intentar matarme, —el pretor seguía gritando mientras con las dos manos se apretaba la pierna herida por donde manaba gran cantidad de sangre— aunque si no te atendemos, morirás desangrado. ¿Qué decides?, ¿te matas, me matas o te curamos la herida? —el pretor comenzó a sollozar mientras balbucía palabras en su idioma. Fuera de si, Marisol le agarró por la guerrera mientras le sacaba el cuchillo de la pierna de donde salio un chorro de sangre—. Lo imaginaba hijo de puta, ¡eres un puto cobarde! —y empujándole le derribo de la silla con los ojos llameantes. En el suelo, el ...
    ... pretor seguía lloriqueando mientras con las manos se tapaba la herida—. ¡Qué le curen! Y después le interrogas, y si no colabora, me llamas, que me ocupó yo, y te aseguro que no le va a gustar.
    
    Salieron de la habitación y Marisol se paró apoyando la espalda contra la pared para tranquilizarse. El sargento, que formaba parte de su grupo de escolta, se aproximó a ella, y sacando la licorera del bolsillo se la entregó. Dio un trago largo y se lo devolvió con una sonrisa.
    
    —Gracias, —y mirando a sus acompañantes, añadió—: creo que se me ha ido la olla.
    
    Un par de días después, el Fénix aterrizó en el Cuartel General, en Mandoria. Al pie de la escalerilla, Iris esperaba que Marisol descendiera por ella. Cuándo la vio, pasó el brazo por su hombro y la dio un beso, lo que dejó a Iris desconcertada.
    
    —¿Qué tal el viaje mi señora? —preguntó cuándo se repuso del beso. Era la primera vez que alguien lo hacia.
    
    —Bien, bien, Iris, muy bien. Muy productivo. ¿Me estabas esperando?
    
    —Si mi señora, quiero pedirte un favor.
    
    —Yo también quiero pedirte algo, —dijo parándose y mirándola fijamente.
    
    —Puedes pedirme lo que quieras.
    
    —No sé por qué, pero me da la impresión de que vamos a coincidir. Dime, ¿qué quieres?
    
    —Me he enterado que has atrapado a un pretor vivo.
    
    —¿Y tú como sabes eso?
    
    —No puedo desvelar mis fuentes mi señora.
    
    —¡Qué “jodia” eres! —exclamó soltando una carcajada— como has aprendido. En fin, qué quieres, ¿entrevistarle?
    
    —Si, mi señora.
    
    —Hay un ...