1. Con la vieja de mi camarada


    Fecha: 07/10/2017, Categorías: Anal Tabú Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... en fachas, se le veían bien buenas las carnes.Pinches ganas de agarrarla de ahí; sobarle los cachetes traseros, amasárselos cual masa de nixtamal y luego, ya de plano, bajarle los pantalones ahí mismo, a la vista de su marido. Qué cara pondría ese pendejo, pensaba.“Qué, de qué te ríes”, me decía Emilio, en esas veces en que me ganaba la risa de mis cochinos pensamientos.“Nada, de una pendejada”, le decía, y luego le cambiaba el tema.Pues bueno, el pendejo de mi amigo no se conformaba con lo que tenía en casa. El muy cabrón andaba de ligón con cualquier pendeja que se subiera al asiento delantero de la combi. Y no faltaban.A pesar de tener en casa a una de las mujeres más sabrosas del rumbo, el muy idiota se metía hasta con quinceañeras. Total, siempre hay ofrecidas de ese tipo que, en vez de ir a la escuela y hacer algo de provecho, andan de calentonas precoces. Pinches escuintlas.Total que quiso la buena voluntad que un día de esos, en que subió a una chamaca así a su lado, se distrajera el muy pendejo, y chocó con todo y pasaje.Por supuesto que no faltó el que sacó su celular y lo grabó, poniéndolo en evidencia y denunciándolo por su irresponsable conducta. Metiéndolo en un escándalo que salió hasta en las noticias. Lo metieron preso, pues.Claro que Patricia se encabronó con él, y “por su pollo” que yo, nada pendejo, lo aproveché.En cuanto pude, fui a casa de Paty, a consolarla.—Parece mentira... el muy desgraciado... ¿cómo pudo? ¡Con una pinche escuintla! —se lamentaba ...
    ... la Paty, y yo, en tono consolador, le respondía:—Todavía no puedo creer que Emilio haiga hecho algo así.Incluso la acompañé a visitarlo. La esperaba afuera. Ella salía diciendo pestes de aquél y yo aprovechaba a consolarla.La seguí visitando frecuentemente, siempre llevándole algo. Hasta le daba varo a la quincena, para que se ayudara en el gasto.—Ay manito, gracias —me decía, y me abrazaba.Su tono de voz ya me daba confianza, así que...Un día que llevé unas chelas nos pusimos a beber en su cantón.Ya japis, que me le voy encima y la abrazo.—Te estimo un chingo Paty —que le digo.—Yo igual manito —ella me correspondió, aún como carnalita, pero yo......que le doy la vuelta y ¡Zas! Que le encajo el bulto por detrás, pegando mi cosa entre sus nalgas. ¡Puta madre!, hasta la levanté del suelo, me cae de madre.—No espérate —todavía me dijo.—Es que quiero todo contigo Paty, me gustas mucho —le insistí, y que la estrecho más contra mi cuerpo.Y cuando empecé a sentir que se derretía, la puse cara contra la pared y que le levanto la falda.¡Puta, pinches carnales! La manoseada que les metí a esos muslos y a esas nalgas. Los magullé hasta donde quise. Ella aún decía “no”, pero cada vez más leve y más agitada, hasta que esos sonidos fueron más gemidos que palabras.Cuando le metí los dedos a la panocha, haciendo a un lado su tanguita, ¡...puta!, no mamen, estaba bien mojada de ahí. Estaba pero si escurriendo. Ella también lo deseaba.En ese momento no aguanté más y que me saco la reata para ...