1. Por infiel, inicie a mi esposa en la prostit(11)


    Fecha: 18/08/2020, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... emitió prolongados gemidos complacientes, mientras las gruesas manotas del negro acariciaban sus pantorrillas y muslos, besando después sus labios, con la complacencia y poderío con que acariciaba y besaba a las putas de su burdel.
    
    Mi esposa tenía las mejillas rosadas por la excitación, y poseída por el demonio del deseo, solo quería ser de él. Sus brazos rodeaban el grueso cuello del negro, besándolo en el rostro, en sus labios, y dejando escapar su ardiente y oloroso aliento de mujer en el cuello y en la nuca de su poderoso violador. Yo para ellos estaba ausente, y solo se oían sus gemidos y susurros de placer, mientras se acariciaban, mordían y besaban con pasión cada vez más intensa.
    
    El negro puso de pie a Andrea, le sacó el cachetero, y de rodillas besó y acarició sus pantorrillas, sus piernas blancas y carnosas, llegando a su pubis, para introducir su lengua en el sexo palpitante y húmedo de ella, que con los ojos cerrados, y la cabeza hacia atrás, tomaba la cabeza del negro, acercándola a su sexo, mientras con la boca abierta jadeaba con fuerza: ¡¡AH, AHH, AHHH, AHHHH, AHHHHH, AHHHHHHHH…!!. El negro Pambelé, con la fuerza y tesón de un ternero amamantando, se prendió del sexo de Andrea, chupando, absorbiendo, mordiendo su vagina y su clítoris, haciendo que la Puta pierda el control gritando: ¡¡AY, AY, AY, AYYYYYYY, AGHHHHHH….OHOOOO, OHHHHHH!!
    
    Fuera de sí, el negro mordía el abundante vello púbico de Andrea, tirando de los pelos, arrancando algunos de ellos, ...
    ... poseído por un tesón de animal; y escupiéndolos, mientras ella temblaba y gritaba, moviendo su cabeza con los ojos cerrados y apretados. Luego, el negro se sacó su camisa, y tomando con fuerza a mi esposa, se la hecho sobre sus hombros robustos y vellosos, y sin consideración alguna, la arrojó sobre la cama, la acomodó en el filo de ella, y continuó amamantando con salvaje gozo el sexo de mi esposa, que para ese momento estaba irreconocible, jadeando y gritando sin control.
    
    El negro; al fin, sudoroso se levantó, ostentando con salvaje virilidad una verga tan descomunal, que parecía imposible creer que sea humana, no solo por su tamaño, sino también por su grosor. Esa verga negra, cabezona, y venosa, estaba tan erecta, que daba la impresión de que pertenecía a un burro, y no a él.
    
    El negro, de pie frente a la cama, hiso sentar a mi esposa al filo de ella, y tomando con fuerza su cabeza, acercó la vergota a la boca de Andrea, quien estupefacta contemplaba el descomunal miembro. Y como si algo en ella le dijera que para eso había venido, pasó su lengua por la cabezota, y empezó a lamerla por los costados. Luego, por primera vez en su vida, introdujo ese enorme mazo de carne en su boca, que por su grosor no quería entrar en ella, hasta que luego de varios intentos llenos de suspiros, arcadas, y asfixias, la monstruosa verga del negro, expandiendo los labios de Andrea como un estrecho guante de caucho, se introdujo en su boca. Mientras el negro metía y sacaba su pieza en medio ...