Mi madre es una golfa
Fecha: 19/08/2020,
Categorías:
Confesiones
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... un instante admirando el coñito de mi madre, el que ahora abría mi amigo separando sus engrosados labios vaginales, si soporto que yo saliera de ahí, soportará lo que viene pensé.
— su turno – dije a los 3 negros que esperaban desnudos en el salón
los tres avanzaron al cuarto pasando junto a mi, 2 de ellos eran del porte de mi amigo, musculazos y con pollas que rondarían los 19 o 20 cm, el tercero era más alto 1.80 o 1.90 tal vez, delgado casi huesudo pero, su polla alcanzaría fácil los 25 cm y tan gorda como mi muñeca, les acompañé de vuelta al cuarto para ver como Lázaro se apartaba de mi madre dejándole el espacio a uno de los hombres.
El negro se encaramo a mi madre que continuaba con las piernas abiertas y sosteniéndoselas a sus flancos la penetró bruscamente, enterrando todo el volumen de su miembro negro, venoso y duro como caño de plomería, mi madre resoplo fuertemente y se contorsiono intentando liberarse
— más despacio, más despacio Lázaro por favor – gruñía aguantando las violentas envestidas que el negro le proporcionaba
— silencio puta – le dijo mi amigo junto a su oído – o te daré más fuerte
— no, por favor solo trátame con cariño, hazme el amor
— otro día – dijo Lázaro – ahora follaremos
el negro plantándose en la cama arremetió taladrando con furor el encharcado chocho de mi madre, al final de cuentas estaba disfrutando de un poco de sexo salvaje.
Lázaro y yo nos dirigimos a la cocina, a refrescarnos mientras oíamos los chillidos y ...
... gemidos de mi madre desde la planta baja. Cuando volvimos a la habitación un segundo hombre había tomado la ubicación y en posición de perrito proyectaba toda su poderosa tranca dentro de la cavidad cada vez más abierta de mi progenitora.
Ya eran las 2 de la madrugada y cansado arrastré un pequeño sillón que mi amigo mantenía a los pies de la cama, y lo coloque junto a la muralla mirando hacia la acción, allí me recosté, creo haber cabeceado unos instantes pues cuando reaccione, el primer negro se follaba a mi madre de nuevo, esta vez de costado le sostenía la pierna derecha en alto mientras, mantenía un mete y saca a gran velocidad.
Sin interés de seguir viendo, me acomode y reanude mi confortable siesta oyendo los agradables gemidos de mamá.
De pronto un fuerte grito me despertó, abrí los ojos exaltado, viendo a mamá agitando bruscamente las amarras de las muñecas al cabecero de la cama
— no, no, no despacio, despacito por favor – suplicaba ella intentando incorporarse
el tío huesudo la mantenía de costado, sentado en cuclillas sobre la pierna derecha de mi madre mientras, la izquierda la acomodaba sobre su enjuto hombro, la mano zurda se agarraba con fuerza de la pierna en alto de la mujer, al tiempo que con la diestra enfilaba su tieso cipote contra la vulva de ella. Mi madre chillaba al sentir como las paredes esponjosas de su coño, se dilataban intentando albergar semejante obelisco de carne negra.
El hombre de unos 40 años, no tenía la mínima intención ...