La madre de mi amiga me azotó su padre me penetró
Fecha: 19/08/2020,
Categorías:
Sexo Oral
Autor: Margaryt, Fuente: CuentoRelatos
... pero, aunque me dolió, no fue tanto como imaginé al ponerme en pompa sabiendo el rabo que calzaba el señor, también es verdad que mi culo había estado abierto casi toda la tarde, como una carpa en un estanque, quizás presintiendo "la bola de billar ", que era su glande, y que el señor Carlos metería en su interior.
Mi ano estaba tan abierto a los pocos minutos que su pene bailaba en mi interior como si yo fuera un vaso de cubalibre alto y lleno de aceite, en el que el señor Carlos metió su polla gorda y dura. Al entrar y salir un buen rato su pene de mi ano, mi cuerpo se relajó tanto que mi culo hacia ruidos como de vacío; estaba totalmente distendido mi colon y, el músculo que como anillo rodea mi "puerta de atrás", parecía haberse deshecho; tanto es así que después de sacarme el señor su miembro, palpé mi trasero con la mano y me entraron perfectamente, ¡cuatro dedos!
Me la sacó del culo, me puso de rodillas en el suelo y, ¡se la meneo como un animal frente a mi boca abierta! Su pecho, algo flácido; saltaba a la vez. Puso la punta de su polla apretada contra mis labios abiertos, abriéndolos como una ventosa contra su glande… y se corrió, ¡dentro de mi boca!, con un solo chorro, pero tan espeso que se me pegaba la lengua dentro de boca al paladar. Solo unas gotas cayeron hacia abajo deteniéndose en mis pechos como cola de carpintero… el resto; ¡el resto lo saboreé dentro de mi boca!, como una cuajada de leche, diréis que soy una guarrilla, pero es que su semen, ...
... ¡era tan dulce! El semen no siempre lo es (lo sabréis quienes "habéis tragado mecha"), pero el del señor Carlos era una delicia, daba gusto rebañar las gotitas pagadas a los dobleces del pellejo de su glande: para limpiárselo del todo tuve que estirar su pellejito y repasarlo con la punta de mi larga lengua. El señor Carlos se empeñó en darme un fajo de billetes, no le dije que no, me hacía ilusión cobrar como si fuera una prostituta, ese dinero era el fruto de mi belleza y de mi sexualidad "expandida". Me dijo el señor Carlos al entregarme el fajo de billetes de cien euros:
—Margarita, zorrita, ya sé que era gratis follarte, pero lo he pasado tan bien que quiero regalarte este dinero.
Al salir de la casa de mi amiga mi coño era un trozo de carne majada, mis cachetes estaban surcados por marcas de la chancla y de los dientes de Laura, y mi boca estaba como gelatinosa por el semen espeso que se había pegado a mi paladar como una pintura viril.
Repetí varias veces con el matrimonio, la siguiente con los dos a la vez; fue un día en que no estaba su hija, pero que regresó antes y estuvo en la habitación masturbándose mientras sus padres me daban "un palizón sexual", no vi bien que Beatriz estuviera presente, pero a la vez me excitó (ya lo contaré, porque fue bestial). Cuando Laura comenzó "a cederme" a otros matrimonios, al de dos que me cedió, corte la relación.
Aquel primer día de sumisión y entrega, salí de aquella casa sintiéndome plena, no me sentí nada culpable, ...