1. Delicioso y Prohibido II. La seducción de Diego


    Fecha: 26/08/2020, Categorías: Incesto Autor: Kalinero, Fuente: SexoSinTabues

    ... labios. Su pene estaba a cien, pero claro, no había descansado aún lo suficiente como para echarme otro polvo ni eyacular. Así que finalmente, casi suplicándome me dijo -¡Ahhh, Mamá, déjame descansar!- Le besé en la boca. – Es que como te he visto así, he pensado que querrías más- Me agarró de las nalgas y sentí su pene endurecido en mi vientre. Nos abrazamos y nos quedamos distendidos durante bastante tiempo. Cuando yo tomo una decisión. La cumplo, así que a partir de entonces, comencé a usar con Diego, las mismas tácticas que con Juan. Empecé a despertarle por las mañanas yendo muy ligerita de ropa. Es cierto que desde que me acostaba con Juan me había relajado bastante en la cuestión de mantener una forma de vestir pudorosa para con mis hijos, pero con Diego siempre me guardaba un poco. Con Juan no tenía secretos. La primera vez que me vio aparecer en ropa interior en su cuarto, una ropa interior elegida para causarle efecto, con un sostén minúsculo y unas tangas de infarto, los ojos se le salieron de las órbitas. Pensaba que terminaría cayéndosele la baba. Juan meneaba la cabeza como no creyendo lo que sucedía al verme salir del cuarto de Diego. Le guiñé el ojo. Como dije en la historia anterior, Diego normalmente salía más que Juan, a sus entrenamientos, a sus clases. Así que no me podía ocultar de Juan para seducir a Diego, pero pensaba que tampoco tenía necesidad. Juan ya sabía lo que sucedía. Cuando los chicos vinieron del Instituto, se quedaron con la boca abierta ...
    ... al verme vestida con un pantalón vaquero muy muy corto y una camiseta sin mangas y muy escotada, sin sujetador. Los dos chicos clavaban su mirada en mis pezones, y esa mirada hacía que cada vez mis pezones estuvieran más tiesos. -¡Vamos chicos! ¡A comer!- Sentía que sus miradas se me calvaban en el pliegue de las nalgas, que asomaban por debajo del borde del pantalón. Diego no dejaba de mirar mi escote. Juan lo miraba también, y movía la cabeza. Y yo le sonreía y le volvía a guiñar el ojo. Cuando Diego salió a su entrenamiento, fui a buscar a Juan a su cuarto. - Me cogió por la cintura y me miró a los ojos. -Eres una chica muy mala, ¿sabes?- Me dijo mientras me agarraba las nalgas. Me bajó el tirante de la camiseta y comenzó a morderme con los labios el pezón del pecho que dejó al descubierto. Se sentó en la silla de su mesa de estudios y con un gesto autoritario me indicó que me pusiera de rodillas delante de él. Le obedecí. Le desabroché la correa del pantalón y se los bajé a la altura de la rodilla. Le saqué la picha de los calzoncillos, ya bastante crecida y me la metí en la boca. - -Una chica mala, mala de verdad- Me decía mientras le miraba a los ojos y me comía todo su pene y comenzaba a masturbarle con los labios. –Una putita muy traviesa. - Nunca me había llamado puta. Nunca me había dicho palabras de ese tipo, pero no se lo tomé a mal. Me excitó oírlo. Me gustó. Su mano fue directa a mi pecho y comenzó a manosearlo con fuerza. – Me vas a volver loco de celos. - Y yo ...
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