El Profesor (parte 2) - Relatos Eróticos

El Profesor (parte 2)

La culpa era tremenda y me sentía el peor ser humano del mundo. Ese día me había comportado como un animal siguiendo sus más bajos instintos y me repudiaba. El domingo me levanté temprano y fui a la iglesia en un vano intento de arrepentimiento. Pero, aun así, no podía sacarme lo placentero y reconfortante que había sido todo. Cuando llegué a la clase ese día, no fui capaz de mirarlo a la cara. Él estaba como si nada, conversando y riendo con sus demás compañeros, mientras yo me sentía podrido por dentro. Apenas abrí el libro de clases coloqué la corrección de su calificación, añadiendo algunos puntos más extras. Me sentí completamente incómodo dictando la clase, siempre procurando no hacer contacto visual con él. En los minutos de silencio me preguntaba si ya se sentía mejor, o si sus padres le habrían preguntado algo sobre esa tarde. Cuando llegaba a esos recuerdos intentaba borrarlos y cambiar de tema en mi mente, porque automáticamente mi pene cobraba vida dentro de mis boxers. En la noche había vuelto a rememorar esa tarde y había despertado con mis calzoncillos húmedos. Me sentí muy avergonzado por eso. Parecía un pre púber en esas situaciones. No me di cuenta cuando el timbre sonó y comenzaron a retirarse. Levanté la cabeza y le pedí a Rocco que se quedara. -¿Estas bien? –fue lo primero que le pregunté. -Sí –respondió. -Quiero… quiero decirte que lo lamento –solté-. Me comporté como un animal y… Yo no soy así. Estoy muy presionado y… Bueno. Lo lamento. No volverá a ...

... ocurrir. Tomé mis cosas y salí del lugar. Por suerte era la última clase del día. Me sentía horrible, pero debía disculparme. Se lo merecía. Llegué a la casa y me desplomé en la cama. Sentía un peso menos al haberle dicho lo que sentía, pero la culpa no se iba. Respiré profundo y fui al hospital a ver a mi abuela. Mis distraje hablando con ella. Estar con ella era una inyección de tranquilidad y paz impresionante. Me contó algunos chismes del hospital y yo le hablé de mi trabajo y de lo sucedido con mi ex. Ella me aconsejó que por ningún motivo volviera con él, que yo merecía algo mucho mejor. Le besé la frente en agradecimiento. Aunque después de lo que hice con Rocco, no estaba seguro de si tenía razón. Me fui cuando el horario de visitas terminó, y me quedé un poco más relajado al ver que ella se veía mejor que antes. Llegué a la casa y comencé a planear los temas que veríamos el día de mañana, pues ya era mitad de semestre y era hora de una reunión de padres. Teníamos que hablar sobre la gira de estudios pues ya era el último año de los chicos, y dar un adelanto de las calificaciones. También había una charla sobre las universidades y sobre dejar a sus hijos elegir las carreras que ellos quieran. Se venía un día largo. Al otro día, Rocco se me acercó durante la hora de descanso. A pesar de la incomodidad que sentía, intenté mantener la compostura y mostrarme como lo que yo era: un profesor. Se veía un poco decaído y avergonzado, y comencé a preocuparme. -¿Qué sucede? –le ...