1. Fuera de temporada


    Fecha: 29/08/2020, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... había instalado en casa por la cara. Con todo lo que eso suponía. Pero llevaba con ellos tres semanas y los estaba volviendo locos. Y en el mismo momento en que Mabel había acabado ya su doctorado en derecho. Justo cuando su encantadora mujercita había cumplido 26 años. Dimas había seguido la exposición tras la cual que le dieron el “cum laude” henchido de orgullo y de algo más. La verdad es que la falda lápiz se le ceñía tanto que su marido sospechó que la benevolencia de los tres vetustos miembros del tribunal no había sido ajena al efecto que producía Mabel en el sexo masculino mientras efectuaba su exposición.
    
    Mabel era tres años más joven que él. ¿Saben esas mujeres que pueblan los relatos eróticos que siempre se están machacando en el gimnasio. Pues Mabel era todo lo contrario: no hacía ejercicio. Sólo estudiaba. Por la mañana en la Universidad. Por la tarde en casa. Su mente no paraba, pero su cuerpo siempre estaba quieto, yaciente, una belleza que no se esforzaba, que sólo estaba allí para la contemplación de otros, para que las miradas resbalasen por su voluptuosidad relajada.
    
    Como pareja no había sido su mejor época, En los tres últimos meses del doctorado Mabel había dejado de hacer el amor con Dimas, con lo que éste estaba más salido que un bonobo. Además, la llegada de Reme no ayudaba en nada. Reme era caótica, desordenada, se había instalado en su piso, los había dejado sin intimidad y, en general, estaba volviendo loco a Dimas, con sus entradas y salidas ...
    ... a deshoras y siempre vestida con aquellos modelitos a todas luces demasiado provocativos pero que, en teoría, le tenían que servir para pasar el casting.
    
    Y no es que sin Reme su vida sexual fuese mucho mejor. Dimas pensaba que su esposa Mabel era igual en la cama que en la vida real. Hacerlo con Mabel era como copular con señalero del aeropuerto, ese personal de tierra que con palas –o barras fluorescentes de noche– indica a los aviones cómo han de moverse sobre la pista. Y así era Mabel en la cama. La señalera del sexo. Más, más, más, más. Dale, dale, dale… Más arriba, más arriba… Tócame el pezón, ese no. El otro. Más lento, suave… suave. Ahí… Su postura favorita era encima de Dimas, para que él pudiera seguir todas sus instrucciones sin perderse una. En el cuello, en el cuello… o pégame, en culo, en el culo; así, no; más fuerte; no, no tanto. En fin, que no callaba.
    
    También le gustaba tenerlo todo bajo control. Tomaba anticonceptivos, pero le obligaba a él a hacerlo con condón. Doble seguridad, nada al azar. Así era Mabel. Una obsesa de salirse con la suya. Sus polvos teledirigidos eran muy satisfactorios para ella pero nada para Dimas. En realidad, Dimas estaba siempre tan preocupado por seguir el cambiante manual de instrucciones que nunca llegaba antes que su queridísima esposa. Nunca. Así que la mayor parte de las veces ella caía vencida sobre él, exhausta de gozo mientras que el pobre Dimas seguía con su polla en versión poste de teléfonos.
    
    El diálogo tipo era ...
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