1. La vida de esclava, ¿la vida mejor?


    Fecha: 30/08/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: rubyg, Fuente: CuentoRelatos

    ... limpiarte.
    
    No podía creer lo que veía. La persona que acababa de entrar era poco más que una niña, o por lo menos eso parecía. Era bajita y delgada, con una preciosa y bien cuidada melena recogida en dos coletas. Su pecho abultaba lo justo para no poder considerarla totalmente plana y en su pubis había una ligera mata de fino vello. Su única ropa era un collar de cuero bien ajustado al cuello con una anilla de hierro en la garganta. De sus brazos colgaba un cubo que parecía pesado. Lo depositó al pie de la cama.
    
    -¿Dónde estamos? ¿Por qué estoy aquí encadenada? ¿Y quién eres tú?
    
    -Estamos en una de las mazmorras de Amo. Yo soy Pipí. Amo me ha ordenado limpiarte porque aquí hay mucho pipí.
    
    -¿Amo?
    
    -Amo es nuestro dueño. Amo manda y nosotras obedecemos.
    
    La niña sacó del cubo un gancho afilado. Me estremecí cuando sentí el frío metal en mi cuello.
    
    -¡No! ¡No lo hagas! ¡Por favor!
    
    -Tranquilízate. –Dijo ella mientras enganchaba el cuello de mi camiseta y tiraba para cortarla. –Amo mandó limpiarte y Pipí te limpiará.
    
    Con su gancho afilado, Pipí rajó mi camiseta desde el cuello hasta la cintura, y luego rajó las mangas para poder quitármela sin desencadenarme. Del mismo modo rajó también mi sujetador, mi pantalón y mis braguitas, y me dejó totalmente desnuda.
    
    -Eres preciosa. –Dijo al tiempo que acariciaba mi cuerpo. –Y hueles muy bien.
    
    -Huelo a meados. Me habéis obligado a mearme encima. Esto es asqueroso.
    
    -A Pipí le gusta tu olor. –Contestó ella ...
    ... mientras me olisqueaba la entrepierna
    
    Guardó entonces el gancho y sacó una esponja chorreante, pero antes de limpiarme con ella deslizó su lengua por todo mi cuerpo. Lamió especialmente mi sexo, y lo hacía de una manera que de no ser por el miedo que sentía seguramente me habría producido un orgasmo.
    
    A continuación, con un cuidado y una delicadeza enormes, me frotó todo el cuerpo con la esponja. Continuamente la llevaba de vuelta al cubo para llenarla de agua con jabón. El agua era tibia y agradable, y la dulzura con la que aquella niña me tocaba logró relajarme un poco. Pipí parecía especialmente empeñada en limpiar mis axilas, mis pechos y mi entrepierna. Cuando terminó, me secó con una toalla, cogió una de las cadenas del techo y la enganchó a la barra que sujetaba mis pies. Accionó una manivela y la cadena se empezó a recoger, obligándome a levantar las piernas y llegando incluso a levantar mi cadera unos centímetros. Sacó del cubo una pera de enema y la llenó de agua. Vació el cubo en un sumidero del suelo y lo colocó junto a mi trasero.
    
    -No Has hecho caca en estos cuatro días- Dijo mientras me introducía la boquilla en el ano. –Eso no es bueno, tendré que limpiarte aquí también.
    
    Pude sentir como el agua tibia se derramaba en mi interior. Naturalmente en este tiempo también había tenido ganas de defecar, pero eso si había podido contenerlo. En seguida un hedor apestoso inundó la habitación al tiempo que mis heces inundaban el cubo. A pesar de lo desagradable que ...
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