Acampada sexual
Fecha: 05/09/2020,
Categorías:
Lesbianas
Autor: noeliamarrana, Fuente: CuentoRelatos
... muestra sin vergüenza. Dime, ayer, ¿lo hiciste adrede? ¿Te sentiste cómoda así, aunque sea por breves segundos, mostrándote naturalmente?
—No mencionen lo de ayer, por favor, no soy una exhibicionista ni nada de eso… —Los brazos se cansaban de sostener mis senos.
—Nuestras señoras ya hace rato que se acomplejaron, no sé si de nosotros o de ellas mismas. Por eso no quisieron venir aquí. Pero al verte ayer tan coqueta, jugando con nosotros y mostrándote tan natural, mostrando esa colita preciosa que tienes… pues nos volvió la nostalgia, ¿qué quieres que te diga? ¿No te importaría que nos desnudemos, verdad?
—¿En serio, señores? ¿Se van a desnudar aquí?
—Míralo de esta forma, caramelito. Así emparejamos lo de ayer. Te vimos toda, ¿eh?
Don Rafael me besó el hombro y me volvió a traer contra su pecho. Por otro lado, mi suegro y don Rafael se levantaron para quitarse las ropas. Tenían sus sexos dormidos, aunque la del señor Gabriel se sentía palpitando bajo mis muslos. No voy a mentir, rodeada de maduritos, mi cuerpo se calentó, se mareó, se vio sobrepasado por la situación y el humo del habano. No sabía qué decir o hacer; la razón se me perdió en un tumulto avasallador.
—No tengas vergüenza, Noelia, baja tu brazo —me susurró mientras los otros dos señores entraban al agua, esperándome. Varios besos ruidosos volvieron a caerme. Mejilla, nariz, mentón, oreja, entre los ojos.
—Don Gabriel… Uf, ¡está bien, ya basta con los besitos!, pero a la mínima que se burlen ...
... voy a cortar con esto.
Así que cerré los ojos, resoplé y bajé el brazo, dejando que mis tetas cayeran lentamente y se mostraran en toda su plenitud, adornadas con aquellos piercings que destellaban al sol. Me levanté del regazo que me acobijaba. Estaba prácticamente desnuda, con ese hilito que nada hacía sino relucir mis vergüenzas, casi temblando ante señores que triplicaban mi edad. Mi suegro extendió la mano y me invitó para acompañarlos en esa piscina natural repleta de flores de loto. Destellos dorados por todos lados.
Estaba tan ensimismada al entrar que ni me di cuenta que pisé algún desnivel. Terminé resbalándome pero logré sostenerme de las piernas de mi suegro. Su sexo estaba despertando frente a mis ojos. Disimuladamente miré otro lado, pero allí donde observaba solo habían más vergas, y más duras incluso. Don Rafael me ayudó a reponerme, tomándome de la mano y tirándome contra su velludo pecho, pegándome contra su pancita de cervecero. La punta de su verga me golpeó el vientre.
—¡Ahh! —chillé, arañando su pecho.
—Ups… Lo siento, niña, es que… ¡Mírate nada más, qué rica estás! Normal que levantes el ánimo.
—N-no pasa nada, don Rafael.
Le salpiqué agua a la cara para destensar el asunto. Los dos hombres detrás de mí se acercaron para rodearme, apartando las flores de loto a su paso, con sus mástiles completamente armados y apuntándome.
—Tenemos visita —susurró mi suegro—. Sobre nosotros, tras las rocas y arbustos, hay unos chicos observándonos. ...