1. Últimos sueños


    Fecha: 05/09/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos

    ... sigo salivando tu busto, inundando el cálido valle entre los senos; "Oh, sí, te quiero", suspiras. Te apeas de mi regazo cuidadosamente y te arrodillas ante mí; con tus manos separas mis piernas, me sacas la polla, tan dura, caliente, crecida y vibrante de debajo del slip, y adelantas tu cabeza hacia mi regazo. "Pon tu polla en mi boca", me pides, "cada vez que te la chupo es para mí como la primera vez"; te la pongo. La absorbes entera, tu paladar rozando mi glande, y comienzas a mamar: arriba, abajo, arriba, abajo..., tu nariz, tu frente, tu coronilla. Tu asfixia a medida que mi polla aumenta de tamaño hace que comiences a respirar fuertemente por la nariz a la vez que un agudo sonido de placer nace de tu garganta. Oyes mi respiración agitada, mis jadeos y, escupiendo mi polla, me miras con los párpados semicerrados; recorres mi polla con una mano, y me dices: "Córrete, amor, por favor"; y vuelves a meterte mi polla entre los labios, presionando su piel con más brío, con más velocidad, hasta que eyaculo. Lames el semen que aún resbala, y estrujas el glande en busca de las últimas gotas. "Así ha sido siempre", reflexionas, "la hembra anhelando ver manar el líquido del macho, como descubrir una secreta mina de oro líquido, oh, lo antiguo, lo antiguo ...
    ... es el oro."
    
    Último sueño:
    
    "Estoy en un campo, al aire libre; luce mucho el sol. Cerca mía, Milena está desnuda, tumbada de espaldas bajo la tupida sombra de un algarrobo, sobre las algarrobas y hojas secas. Su bonito rostro resalta entre los restos muertos del árbol. Sus enormes tetas se mueven al son que le marca su mano izquierda, con la que las masajea. Sus finas piernas extendidas en ángulos movibles, se diría que tiemblan, o se arrastran, como serpientes, cada vez que los dedos de su mano derecha se introducen en su coño de pelo ralo. Milena se masturba. Pero me ve, desnudo frente a ella. Yergue su cabeza y, quitando su mano derecha de su pubis, me llama, alzando el dedo corazón y moviéndolo como un gusano. Voy. Milena abre sus piernas y señala su centro. Quiere que la folle. Voy. Me dejo caer sobre su exuberante cuerpo y la poseo; comienzo a cabalgar. Milena lleva una mano hasta mi nuca y aprieta mi cráneo contra uno de sus pezones. Quiere que pruebe su leche. Mamo de ese líquido tibio, lo saboreo, lo trago; no puedo dejar de succionar. Oigo una voz, supongo que es la suya, que brota desde arriba de mi cabeza: "Folla, mama", dice, "follar y mamar es lo antiguo, lo antiguo es el oro.""
    
    Despierto; y compruebo que me he vuelto a correr. 
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