Sé lo que hice este verano
Fecha: 09/09/2020,
Categorías:
Intercambios
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... salpicara sobre el pubis lubricando aún más sus envites finales. Mientras yo gemía y temblaba de pura lujuria, y nuestro entorno suspiraba de sorpresa, mi compañero salióde mi interior para iniciar su descarga sobre mi estómago contraído, mis tetas afiladas y mi coño irritado. Creo que escupió4ó5 chorros enormes de semen que dejaron todo mi torso y mi tela manchados de leche. Solo consigo recordar un“joooder”de alguno de los presentes, pero poco más.
Mi macho y yo permanecimos estirados un rato antes de reaccionar y decidir marcharnos.Él puso su brazo bajo mi cabeza y quedóestirado a mi lado durante ese período de reflexión en el que, además, se suele repasar mentalmente todo lo ocurrido. Yo permanecía con la blusa abierta y la piel y la falda mojadas de semen licuado. "Vaya una descarga" le comentéde forma muy discreta pero acompañando la sentencia con una sonrisa.Él me comentóque siempre ha soltado mucha leche, y que a alguna mujer con la que ha estado le ha dado mucho asco. Yo le apoyéconfirmando que no había nada más sexy que una buena descarga tras un momento sexual contundente, y que donde hubiera una buena corrida que se quitaran los toros. Nos reímos conéste y algunos comentarios posteriores más, y resquebrajéese momento de romanticismo inapropiado yendo al lavabo contiguo para limpiarme y acicalarme bien. Posiblemente, mi chico estaba ya al otro lado de la puerta, esperándome, y no quería mostrar ni un solo resto de mis momentos con Juan. Me despedídeél con un ...
... beso en la mejilla y fui al encuentro de Andrés.
Durante el camino de vuelta a casa no entramos en detalles acerca de nuestro intercambio sexual, solo nos aseguramos de que el otro lo hubiera pasado bien. Por supuesto no le preguntécon quién folló él, sobre todo porque tampoco me interesaba a míexplicarle que el tipo del bar de debajo de casa, el camarero que nos servía el cafétodas las mañanas, tenía un rabo de negro que había servido para taladrar a su novia. No creo que se sintiera muy cómodo conociendo la identidad de mi amante forzoso, si es que realmente no lo sabía ya. Mientras tanto, los momentos cafeteros durante los días siguientes se me antojaban un poco incómodos, ya que el propio Juan solía sonreírme furtivamente en cada servicio, sabiendo perfectamente que la situación me daba más morbo que miedo. Yo nunca le devolvía la sonrisa y creo que era precisamente eso lo que le excitaba aún más. He de reconocer, no obstante, que en varias de misúltimas pajas había fantaseado con el rabo de Juan y con todo lo que deél salía. Acababa manchando mi consolador como pocas veces antes, y le hacía una captura con la intención de enviársela con un pie de foto:“mira cómo me pones”. Pero al final nunca me animéa ello. Y no es que mi novio Andrés no cumpliera mis expectativas en la cama, el problema es que, al ser guardia de seguridad nocturno, apenas coincidíamos durante el día y, aunqueéste era un trabajo temporal, mis noches eran solitarias y aburridas. Cuando concurríamos el ...