Sé lo que hice este verano
Fecha: 09/09/2020,
Categorías:
Intercambios
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... bar, mi novio se iba a dormir y yo a trabajar.
Por supuesto, Juan era buen conocedor de esa situación. No sécómo, pero sin duda se había enterado de la ausencia de Andrés de lunes a viernes. Y entonces, el jueves de una noche de finales de julio sonóel timbre de casa. Yo iba fresquita, vestía una especie de camisón muy fino y transparente y unas braguitas de algodón suaves y muy cómodas. El "caloret" obliga a la despreocupación, y esa noche era especialmente calurosa y húmeda. Casi tanto como yo. Antes de abrir la puerta, y bajo la sorpresa inicial, pude confirmar por la mirilla que se trataba de Juan y de alguien más bajo que no supe reconocer. Empezóa latirme el corazón a toda prisa, no supe si hacerme la ausente y esperar a que se fueran o dar fe de mi presencia e ir a ponerme algo más presentable.“Hola Eva, somos Ana y yo”.¿Ana? Creo recordar que Ana es una compañera de trabajo en el mismo turno que Juan. No acababa de entender quécoño hacía esa tía ahí. El coco me iba a toda prisa, y el corazón ya se salía de mi pecho.“Un segundo, por favor, ahora abro”. No podía hacerme la loca, sería muy raro. Rápidamente fui al baño a ponerme por encima uno de los albornoces y mantener mi aspecto presentable, abríla puerta de acceso al piso y dejépasar a ambos visitantes.
“¡Hola Juan!¿quéhacéis aquí, se ha quemado el bar?”, intentéser graciosa.
“Jajajaja, nooo quéva, hemos cerrado ya, y como es pronto penséen visitarte y presentarte también a Ana”.
Hicimos las ...
... presentaciones formales y les invitéa sentarse en el sofá. Les ofrecíalgo de beber y estuvimos charlando de cosas banales para romper el hielo. Ana era, efectivamente, compañera de trabajo de Juan, unos 25, venezolana, muy morena, una chica muy guapa de facciones indianas pero estilo occidental. Enseguida sospechéque el tío se la estaba beneficiando, pero la realidad iba al siguiente nivel: resulta que Ana era la pareja que Juan traía el día que nos conocimos en El Chalet, el del intercambio de parejas (asíme lo declaró días después). Y su presencia en mi casa no hacía sino corroborar que ella estaba al corriente de todo lo que ocurrióahíesa tarde. La tía parecía una guarrita deliciosa, o al menos eso concluítras haberla conocido bien esa misma noche. La conversación iba subiendo de tono lentamente, y acabamos confesando los tres nuestras sensaciones en aquel intercambio sexual. Mientras charlábamos y el ambiente se caldeaba a fuego lento Ana no dejaba de invitarme a despojar la bata que cubría mis pudores alegando que hacía demasiado calor para taparse así. Cuando justifiquémi indumentaria por motivo de su propia presencia, se levantócolocándose en el centro de la sala invitándome a acompañarla. A su lado pude empezar a comprender la idiosincrasia personal de esta chica. Me temo que se parecía a míen demasiadas cosas.
“Juanito, a que quieres saber quéhay aquídebajo”, dijo Ana animada por los cubatas mientras agarraba mis hombreras.
“Seguro que no hay nada que no haya visto ya”, ...