1. El corto adiós


    Fecha: 14/09/2020, Categorías: Confesiones Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos

    ... los labios, para después penetrar en el empapado interior de aquella cálida caverna. Con la habilidad de la que no me gusta presumir busqué el capuchón bajo el que se cobijaba el clítoris y lo hallé sumamente dilatado.
    
    Las caricias arrancaron a mí –única– cliente los primeros gemidos, los cuales interpreté como tácita aprobación de mi labor “investigadora”, así que incidí con renovado ahínco. A mi experta boca sumé mis juguetones dedos, que masajearon los pliegues de aquella vulva incandescente, entrando y saliendo de una vagina que ensanchaba su boca, ansiosa, por momentos.
    
    Apartó entonces mi cabeza de su entrepierna, clavó su mirada en la mía y se situó a horcajadas sobre mí. Agarró mi polla por la base y descendió sobre ella lentamente, dejando que el miembro entrara sin dificultad en su lubricado coño. Mientras ella cabalgaba busqué dentro de su blusa aquellas rotundas tetas. Atrapé entre mis dedos unos pezones duros como dátiles y los pellizqué inmisericorde, desatando en su dueña un estremecimiento acompañado de un dulce ronroneo. Después deslicé mi mano por la piel de sus nalgas, enterrándola en la raja empapada de sudor y jugueteé con el dilatado anillo, hasta que mi índice se enterró en aquel agujero que se abría como un cráter lunar. Como si hubiese apretado un detonador, la fogosa señora McMillan intensificó con ...
    ... virulencia su cabalgada, hasta el punto de que pensé que me desollaría la polla, succionada por aquella vagina implacable.
    
    El orgasmo, más que asaltarme, me fue arrancado, como si el interior de mi amazona fuera una potente máquina aspiradora. Me pregunté, antes de caer derrengado sobre la silla, si aquella mujer no sería un súcubo que se alimentaría de la energía vital de los hombres que se follaba, arrancándonosla a través de la polla y succionándola por el interminable canal de una vagina de diabólico diseño.
    
    –¡Joder! –Acerté a decir en un alarde de originalidad tras recuperar el resuello, alargando la mano hacia la botella– Nena, has cubierto mi tarifa con creces.
    
    Ella recomponía su conjunto de marca con un gesto enigmático en la cara.
    
    –¿Por qué despedirse con una lágrima pudiendo hacerlo con una sonrisa? –Dijo– Ese es mi lema.
    
    Mi mirada interrogativa debió convertirse en cara de panoli cuando el revolver apareció en su mano como por ensalmo.
    
    –Saludos del señor Spillane –anunció como respuesta a mi boca abierta–. Y no pongas esa cara, hombre. Ya te advirtió de que no husmearas en sus asuntos. Para ti el azor es un pájaro de mal agüero.
    
    Un instante antes de escuchar la detonación mis ojos se posaron en las suaves ondulaciones de su escote y me pregunté si aquél era el material del que están hechos los sueños. 
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