1. Inmigrante (08)


    Fecha: 12/10/2017, Categorías: Incesto Autor: AMorboso, Fuente: CuentoRelatos

    ... agua.
    
    El ruido de un chapuzón me hizo ponerme vertical, comprobando que hacía pie, pero el agua me llegaba al cuello.
    
    La luz de la piscina estaba encendida, y observé como una cabeza con pelo negro venía directa a mí. Pensé que sería Ana que había cambiado de opinión y venía conmigo, pero justo cuando iba a chocar conmigo, se levantó, y como si fuese un ejercicio circense, puso sus piernas alrededor de mi cuerpo y se colgó de mi cuello.
    
    Su coño cayó sobre mi polla. Sus tetas clavadas en mi pecho y su jugosa boca ante la mía. Instintivamente, mis manos corrieron a abrazarla, lo que aumentó la presión sobre mí. Entonces vi que no era Ana. Era Cristina, la prima mayor.
    
    A pesar de todo, mi polla reaccionó al instante forzando nuestros cuerpos a separarse el espacio que necesitaba para alcanzar todo su esplendor. Cristina no se cortó ni un pelo, al contrario, se izó haciendo palanca con sus piernas sobre mi cuerpo hasta que su coño llegó a la altura de mi polla y se metió casi toda de golpe.
    
    -Puffffff. Me he debido de romper el coño. ¡Joder que dolor! No pensaba que fuese tan grande.
    
    Yo me sonreí y esperé para ver qué hacía. Empezó con ligeros movimientos hasta conseguir que le entrase toda, se mantuvo un momento en esa posición y comenzó con un movimiento batidora, moviendo su pelvis en círculos al tiempo que la echaba atrás y adelante.
    
    -Mmmmm. Cuando te he visto con Carmen he pensado que me iba a quedar a dos velas, pero no sabes lo que me he alegrado ...
    ... cuando la has rechazado. Oooooh.
    
    Eché mis manos a su culo para acompañar sus movimientos y ahorrarle esfuerzo. Sus pechos se frotaban una y otra vez contra el mío, mientras permanecía agarrada a mi cuello, con la frente pegada a mi oreja y sin parar de gemir.
    
    Su coño se movía sobre mi polla como si fuese una balsa de aceite. No sé si era por el agua de la piscina que debía entrar en su coño o por su abundante flujo.
    
    Asumiendo que era el flujo, la sujeté bien por el culo y empecé a moverme con fuerza, follándola con dureza y clavándola hasta lo más profundo. Con cada envestida, soltaba y tomaba aire, mientras clavaba sus uñas en mi espalda, hasta que cambiaron anunciando su corrida:
    
    -Ah, ah, ah, ah, ah. Aaaayyyy Me corrooo.
    
    Todo esto lo decía bajito, para que no lo oyesen en la casa. Los últimos coletazos de su orgasmo fueron rápidas inhalaciones de aire. Yo seguí moviéndome, pero mucho más despacio. Ella me pidió acercarnos a la escalerilla, y pensé que me iba a dejar a medias, pero no fue así. Se dio la vuelta y se asió a la escalera apoyando sus pies a los lados y me dijo:
    
    -¡Fóllame el culo!
    
    No le hice caso y se la volví a meter por el coño, volviendo a darle fuerte, al tiempo que llevaba mi mano a su clítoris. Seguía conteniendo sus gemidos, pero los exteriorizaba acercándose y alejándose de la escalera.
    
    No tardó en alcanzar su segundo orgasmo, tan contenido como el otro, pero esta vez, en lugar de detenerme, puse la polla en su ano y se la metí hasta la ...
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