1. Violado por cuatro vecinos


    Fecha: 24/09/2020, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: janpaul, Fuente: CuentoRelatos

    ... era gay y pensé que ese era el motivo, pues Corny no me había dicho todavía su orientación sexual ni sus opciones, hasta el extremo de que yo pensaba que era heterosexual.
    
    Un día mientras corríamos junto a un río, ya a las afueras de la ciudad, me invitó a bañarme en el propio río, la verdad es que hacía calor y el agua estaba limpia y transparente. Le dije que yo no solía bañarme con bañador y que por eso no lo traía, tampoco me hacía ilusión ir a casa de vuelta con la ropa mojada, lo que comprendió. Seguimos corriendo y se paró en seco para decirme:
    
    — Oye, Julio, qué más da, pues te bañas en pelotas, si ahora no pasa nadie por aquí...
    
    — ¿Y tú qué...? —pregunté con pesar.
    
    — Yo llevo mi speedo debajo, no hay problema, además, tú me gustas, yo te veo y luego te enseño lo mío... jejeje... —contestó.
    
    — Claro, como en el gimnasio, allí siempre me ves, pero tú te vuelves de espaldas y con la toalla tapándote... —dije medio burlonamente.
    
    Me hizo ademán de bajarnos y el lugar era apetecible y resguardado. Me quité las zapatillas, las medias invisibles, la camiseta, la pantaloneta, el jockstraps y la anilla. Me eché al agua, nadé. Él hizo lo mismo, pero se quedó con su speedo puesto, se le marcaba muy bien su paquete, destacando su polla por encima de las bolas. Nadamos y jugamos un rato en el agua. Salimos para secarnos, pasó un tío con muy mala cara, nos miró y siguió adelante. Luego me preguntó porqué llevaba la correa que me ponía al pene y que él no sabía para ...
    ... qué era. Entonces le hablé de los muchos usos, uno es retener la eyaculación, pero que yo la usaba para separar los huevos de las piernas y evitar rozaduras. Eso le convenció y me dijo que se la pondría. Nos vestimos y regresamos. Varios días hicimos eso mientras duró el tiempo cálido en el mes de mayo y comienzos de junio. Cuando llegamos a la esquina me preguntó:
    
    — ¿Te puedo besar?
    
    — ¿Por qué no? —respondí repreguntando.
    
    — ¿Sabes? me gustas...
    
    — Y tú a mí, además te quiero y me atraes, pero no sé tú qué piensas... —dije con cierto temor.
    
    — Yo no soy gay... —me miró fijamente a los ojos—, soy bisexual, mi madre lo sabe y mis hermanos también, creo que mi padre piensa que soy gay... —me contó.
    
    Nos besamos y quedamos como cada vez hasta el día siguiente. Pero la costumbre de besarnos al encontrarnos y al despedirnos en la esquina ya se hizo firme. Incluso cuando a veces venía uno de sus hermanos o los dos, también nos besábamos nosotros dos y ellos no se extrañaban, a ellos yo les daba la mano.
    
    El asunto que nos ocupa es el siguiente:
    
    Un día tras despedirnos en la esquina con un beso, como ya era costumbre, nos íbamos trotando cada uno por su parte. Pero a mí me interceptaron el paso cuatro tíos muy mal encarados. Uno de ellos me pareció el que nos había visto en el río pero no lo sabía seguro. Me pegaron, me dieron algunas patadas y me rompieron dos costillas. Ya tenía las narices sangrando. Me cogieron entre tres bien amarrado, uno por el cuello y los ...