1. Sábado de tarde en tu casa - Segunda y última parte


    Fecha: 05/10/2020, Categorías: Lesbianas Autor: buitrepanda, Fuente: CuentoRelatos

    Mi querido Primo-amor, recuerdo….
    
    …que aquel sábado de tarde en tu casa, luego de besarnos apasionadamente con mi leche en mi boca, tironeaste de mis tobillos hacia fuera de la cama y me dijiste:
    
    --“Date vuelta, putito mío… date vuelta”, y yo quedé arrodillado al costado de los pies de la cama y mi pene contra ésta, es decir, más claramente, mi cola mirando hacia tu pene…
    
    …entonces empezaste a untarme el culito con la manteca que habías traído, y mientras lo hacías, me metiste un dedo en el culito, lo dejaste adentro un ratito, lo sacaste, me seguiste untando los pliegues del culito, y luego me metiste otra vez un dedo, pero de inmediato, me introdujiste otro dedo, los cuales primero los dejaste un ratito adentro, y de a poco, empezaste a “cogerme” con dichos dedos. Siempre digo lo mismo, pero es que fue ( y es) así: ¡¡qué placer, por favorrr!!
    
    --“Aayy… así mi amor… así… seguí por favor…no pares…metelos más adentro… me enloquecés…”, te dije.
    
    --“¿Te gusta? – me preguntaste -- ¿Te duele? ¡Qué lindo culito que tenés, C.!”.
    
    --“Sí… me encanta lo que me hacés, aunque me duela un poquito por ahora… ¿te gusta mi culito? Es todo tuyo, mi amor.”
    
    Ahí apoyaste tu pecho contra mi espalda, me abrazaste con tu brazo izquierdo, porque tus dedos del derecho seguían cogiéndome, y empezaste a besarme el cuello, una oreja, luego la otra, hasta que no aguanté más, y mientras oscilaba mis caderas de un lado para otro y para adelante y para atrás, incliné mi cabeza para que ...
    ... nos pudiéramos dar un hermoso beso, lleno de calidez y amor.
    
    Luego de este beso, me seguiste besando el cuello, y mientras bajabas besándome la espalda, fuiste sacando los dedos del culito, y tu lengua seguía bajando y bajando hasta que llegaste a abrir mis nalgas y empezaste a besarme el culito. Yo deliraba, y gemía con más y más placer. El sentir tu lengua alrededor de mi ano, y luego sentirla dentro del mismo, me llenó más de placer y mis gemidos fueron aún más fuertes. Mis caderas no paraban de moverse de tantísimo placer.
    
    Finalmente, sacaste la lengua del culito, y dijiste:
    
    --“Mi vida… abrite una de tus nalgas, y con la otra mano, agarrame mi pene y llevátelo hasta las puertas de nuestro placer”.
    
    --“Sí, mi amor, a ver…”, -- y con la izquierda abrí mi nalga del mismo lado, y con la derecha agarré tu hermoso, cálido, grueso y largo pene, y lo llevé, como me dijiste, a las puertas de nuestro placer – “dale, F., ya está apoyado en la entrada de mi puertita para que me hagas gozar como loco, y vos también”.
    
    Entonces empezaste a rellenar mi canal del placer con tu cálido y enorme pene. No puedo negar que cuando lo ibas introduciendo, me dolía un poco, pero mientras me ibas penetrando, el dolor como se iba yendo, cada vez dolía menos y me resultaba mucho más placentero.
    
    --“¿Te está gustando?”, preguntaste.
    
    --“¡Sí, mi amor, incrustámelo de una vez…por favor!!!”, mientras me quedaba quieto, muy quieto.
    
    --“Bueno… ahí voy, entonces... “.
    
    Y de repente siento ...
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