1. Un domingo cualquiera


    Fecha: 07/10/2020, Categorías: Incesto Autor: rincondelmorbo, Fuente: CuentoRelatos

    ... nuevamente; cada vez el tiempo que se quedaba quieta era menor al anterior.
    
    “¿Me regalas un abracito?” –me dijo-, yo di la vuelta y la acomodé entre mis brazos, ella masajeaba mi espalda lentamente pero podía notar como cada vez iba bajando más la mano hasta que llegó a mis nalgas, le volví a pedir que se quedara quieta pero esta vez no sólo no me hizo caso sino que también sentí su lengua en mi oreja. Me puse sería, le dije que a mí esas cosas no me gustaban, que no entendía por qué se estaba comportando de esa forma; fueron palabras al aire; me abrazó nuevamente y me dijo que no me enojara con ella, empezó a darme piquitos a toda velocidad en la mejilla y a hacerme cosquillas; me hizo dar un ataque de risa que me quitó el enojo; en ese momento pude notar algo en ella, tenía las mejillas rojas, nunca la había visto así, y las puntas de sus pezones tensionaban su pijama hacia fuera, estaba excitada. Fue cuando comprendí que estaba así aprovechando que los papás habían salido ese día muy temprano y nos encontrábamos las dos solas en la casa.
    
    Me dio un pico de medio lado, sus labios y los míos rosaron un poco, no sabía si había sido de gusto o se le había escapado por error –por error lo dudo mucho-. Se subió encima de mí, cogió la cobija y nos cubrió hasta la cabeza con ella. En medio de la oscuridad pude oír su risa, y acto seguido su voz diciendo: “te atrapé” –en un tono juguetón-.
    
    Al principio no lo había visualizado, simplemente creí que estaba molestando, un ...
    ... poco más pesado de la cuenta, pero molestando al fin y al cabo, sin embargo, al darme cuenta de lo que realmente pasaba: que Victoria estaba excitada, el panorama en mi cabeza cambió drásticamente; y tal vez por vanidad o quién sabe a ciencia cierta por qué, me sentí alagada con su insistencia; una idea pasó a gran velocidad por mi mente, comprendí que me estaba deseando, y todo lo que había acabado de ocurrir tomó un tinte diferente del que había tenido; el recuerdo de sus manos inquietas me hizo estremecer; todos estos pensamientos llegaron a mí en un abrir y cerrar de ojos cuando ella nos cubrió con la cobija. Me sentí acalorada, haber vislumbrado lo que en realidad pasaba me alborotó las hormonas, el hecho de sentirme deseada, que ella no parara aunque se lo pidiera de mil maneras, la forma en que jugueteaba conmigo; logró hacer que me calentara. A pesar de lo que estaba sintiendo prevaleció la cordura, me dije a mí misma que eso no podía pasar y que tenía que parar de inmediato.
    
    Lo siguiente que sentí fue su cabello en mi cara, luego sus labios en mi mejilla; sacó un poco la lengua y me lamió el cachete. En ese momento me dije que ya era suficiente. Forcejeé un poco con ella hasta que logré quitarnos la cobija de encima y me senté; ella se abrazó a mí de pies y manos; “no te voy a dejar escapar” –me dijo al oído-; intenté separarla de mí pero me tenía agarrada con tanta fuerza que mis esfuerzos fueron inútiles.
    
    Estaba en un dilema, por un lado me hacía sentir tan ...
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