El ático
Fecha: 21/10/2020,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Por fin el día llegó y parecía que nos libraríamos del asfixiante calor de Madrid. Esta vez nuestro destino de vacaciones no era ninguna ciudad exótica sino una pueblecito en la costa mediterránea. Mi novia y yo llevábamos planeándolo tan sólo una semana pero nuestras ganas de sol y playa era indescriptible.
Por fin llegamos y allí nos esperaba un pequeño ático con una única habitación en la que se encontraba en una sola estancia, el salón, la cocina y la habitación, por su orientación norte pensamos que sería bastante caluroso por las noches.
Fuimos a comprar lo necesario para los primeros días al mercadillo cercano que se instalaba ese día de la semana.
A la llegada de la noche y tras una larga siesta en la playa, volvimos a nuestra dulce morada. Tras ducharnos y cenar subimos al ático acompañados de una botella de vino.
Cuando llevábamos más de una hora riendo y contando estrellas, se acercó a mi tumbona y me susurró al oído:
-¿Te atreverías a hacer todo lo que te pidiera?
Antes de que de mi boca se desprendiera palabra alguna, un bulto sobre el bañador pantalón del pijama me delató.
Entonces me rogó que me deshiciera de toda la ropa que lleva puesta, así lo hice muy suave y lentamente, me encantaba ver cómo se impacientaba. Una vez completamente desnudo nos encaminamos a la parte de abajo y allí me pidió que me tumbara boca arriba sobre la mesa del salón. Sin mediar palabra cogió mi pene y lo metió en su boca empezó a lamerlo como sólo ella sabe ...
... hacerlo llevándome al borde del delirio, metiéndolo y sacándolo poco a poco, a los pocos minutos, se separó y retrocedió unos pasos para mirarme, sentirme observado por ella me encendía aún más. Volvió a acercarse a mí lamiendo mis piernas desde los pies, cogiendo el camino interior de mis muslos, me separó las piernas y puso un cojín en mi trasero, sus dedos recorrían una y otra vez la raja de mi culo, clavó sus dedos en las cercanías de mi agujero, separándolo y metió su lengua hasta el fondo fue una sensación que me hizo perder la cabeza, en ese momento esta dispuesto a todo lo que me pidiese y cuanto más fuerte e inconfesable mejor, se entretuvo durante largo rato saboreando tan recóndito lugar. Acercó la botella de agua de la nevera y derramó una pequeña cantidad de agua por el pliegue que formaban los cachetes de mi trasero, después introdujo uno de sus dedos en mi interior, probablemente una mezcla de vergüenza y el saber que sería nuestro secreto hizo que las sensaciones crecieran de forma exponencial.
Su dedo entraba y salí cada vez con menos dificultad, entonces introdujo un segundo, era delicioso me estaba abriendo, de vez en cuando los sacaba y los ponía al alcance de mi boca para humedecerlos y reducir el rozamiento, después introdujo un tercero e incluso un cuarto, me encontraba al borde del delirio. De repente paró y volvió a derramar una pequeña cantidad de agua por mi raja.
Entonces se acercó a mi oreja para susurrar que deseaba follarme, así lo hizo, sacó ...