LA PRIMERA NOCHE
Fecha: 27/10/2020,
Categorías:
Hetero
Autor: vago82, Fuente: SexoSinTabues
Esto ocurrió cuando a sus 28 años me reclutó como amante. La edad de los amantes variaba desde quince años menores a diez años mayores que ella. Fue una mujer de piel morena clara, cabello ondulado color negro, complexión delgada, pero de curvas torneadas y unas tetas grandes y esplendorosas con las que podía atraer a quien ella quisiera. Su cara era hermosísima. Muy inteligente, de sonrisa coqueta y ojos alegres. —Ya llevamos casi un año de hacer el amor, pero nunca hemos pasado una noche juntos, quédate hoy a dormir conmigo —me pediste después de haber dejado a tus hijos durmiendo en su recámara. —No creo que sea prudente, aún no estás divorciada, tu marido anda de viaje, pero tus vecinos se darían cuenta —te advertí. —¡Qué me importa lo que digan los vecinos! Ahora resulta que a ti también te importan las apariencias. Ya nos vamos a divorciar, él sabe que ando contigo y no me importa lo que él diga, ¡menos lo que diga el resto del mundo! —Además, ¿qué les dirás a tus hijos en la mañana cuando despierten? o si alguno despierta en la noche y viene a tu recámara —insistí. —No acostumbran levantarse en la noche, le ponemos seguro a la puerta por si las dudas y te vas antes de que ellos despierten, después del “mañanero”, ¡claro! Quédate —dijiste al tiempo que me sacabas el pene y me besaste como tú sabes que me excita. Sin dejar de besarme, me abrazaste para que sintiera tu pecho sólo cubierto por tu blusa, sin el sostén que te habías quitado junto con las pantaletas desde ...
... que llegué; así podría acariciarte fácilmente bajo la blusa y la falda cuando lo deseara, si no estaban viendo tus hijos. Yo no usaba ropa interior cuando te visitaba para aprovechar furtivamente cualquier momento para hacer el amor. Tu mano fue dentro de mi bragueta, tomaste mi miembro y lo frotaste en los vellos mojados de tu vulva para que creciera de tamaño rápidamente. Metiste el glande en tu raja y me tomaste de las nalgas para metértelo. También yo te quise tomar de las nalgas para moverte en el coito, pero me empujaste hacia el sofá del estudio de tu marido, donde estábamos despidiéndonos. Moviste lentamente tus caderas, el olor a amor inundó el ambiente… —¿Verdad que sí te quedas? —dijiste separándote de mí, evitando que eyaculara—. Vamos a la cama a encuerarnos —ordenaste agarrándome del pene para llevarme al lecho marital. Me desnudaste en la recámara, mientras te alejabas para recrear tu mirada con mi miembro enhiesto y mis bolas colgando, llegaste a la puerta y le pusiste seguro. Como rayo te deshiciste de las dos únicas prendas de vestir que traías y pegaste tu cuerpo al mío restregando tus frondosas tetas en mi pecho, sin despegarlas de mi piel me rodeaste para tallarlas en mi espalda, me abrazaste el pecho con una mano y con la otra me masturbaste suavemente e iniciaste con tu vello púbico caricias circulares en mis nalgas. ¡No sé si fue tu esposo, o tu primero o segundo amantes, con quien lo habías aprendido y practicado, pero debo agradecer la dicha! “Bonita, ...