Mis últimas experiencias con desconocidos
Fecha: 06/11/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Ana Del Veliz, Fuente: CuentoRelatos
... chupón en la oreja.
— Que caliente estás mi amor. — dijo. Me puso sobre la mesa. Mis nalgas quedaron apoyadas en la orilla. Mi torso recostado sobre la madera dura. Me quitó la bombacha, y la frotó sobre su mejilla, para luego olerla.
— Que rico olor a concha. — dijo, y luego tiró la bombacha a un costado.
Flexioné mis piernas y puse mis rodillas pegadas a mi pecho. Mi sexo era un volcán a punto de estallar. Había largado mucho flujo vaginal y estaba hinchado.
Mario me miró con deseo. Se desabrochó el cinturón sin apartar la mirada de mí, y me mostró su verga, que ya estaba erecta de nuevo. Apuntó su lanza a mi cueva húmeda.
— Ponete un forro. — le dije. — yo tengo en mi cartera.
Él hizo caso omiso a mis palabras, y me ensartó la verga desnuda. Me agarró del pelo, estirándomelo, causándome dolor y miedo.
— Despacio. — le pedí, pero a él no le importó.
Me cogió encima de la mesa con violencia. Como yo ya estaba caliente desde hace rato, no tardé en alcanzar mi primer orgasmo en unos minutos. Pero él seguía duro y no dejaba de penetrarme.
— No acabes adentro, por favor. — le pedí, y como respuesta me arrancó los pelos con más violencia.
— Te estoy dando lo que querías, puta. — dijo, jadeando, mientras con movimientos pélvicos me introducía su sexo una y otra vez. Luego me agarró de las tetas y las estrujó con fuerza, mientras me embestía.
Tenía una linda pija: gruesa y resistente. Me hizo acabar de nuevo antes de que él mismo eyaculara encima ...
... de mi pollera.
Me dejó tirada sobre la mesa, exhausta, con mi respiración entre cortada, y se fue en su auto a seguir trabajando.
Los días siguientes fueron igual de tediosos, aunque menos interesantes. No volví a cruzarme con Javier, el músico, y en el viaje en tren nadie se animó a meterme mano. Mi auto ya estaba listo, pero el mecánico pretendía cobrarme mucho más de lo que imaginé, por lo que tuve que esperar unos días a ver de dónde sacaba plata para pagarle.
No volví a tomar el remis en donde trabajaba Mario, pero siempre, cuando me dirigía a la parada de colectivos para ir hasta mi casa, pasaba por la agencia, y en varias ocasiones lo vi, sentado en un banco de madera en la vereda del local. Me veía con ansia, y parecía querer seguirme, pero sin animarse a hacerlo. Estaba con varios compañeros, que me miraban embobados, pero por su actitud supuse que Mario se había guardado el secreto de lo que sucedió esa noche, ya que, de habérselos dicho, los tipos seguramente actuarían con cierto desdén, y más descaradamente, ya que me considerarían una chica fácil.
Cuando llegó el fin de semana me encontré sin ningún plan. Y como la cogida que me pegó Mario ya había pasado hace varios días, andaba necesitada.
Busqué en el celular a Javier, ese músico barbudo que tanto me había gustado. Lo salude, aclarándole que era la chica que había conocido en el bondi.
“no viniste ayer” me escribió. “no pude (carita triste)” le puse. “qué lástima. Pero el viernes que viene ...