Mis últimas experiencias con desconocidos
Fecha: 06/11/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Ana Del Veliz, Fuente: CuentoRelatos
... acercaron los dos. Javier se puso detrás de mí y apoyó sus manos en mis caderas. Rama me abrazó y me dio un beso muy tierno en los labios. Me di vuelta y busqué los labios de Javier, sintiendo la textura áspera de su barba en mi rostro. Mientras Rama comenzaba a chuparme el cuello. Me da un poco de cosquillas cuando me besan ahí, pero me gusta mucho. Javier me acariciaba las caderas con las yemas de los dedos, y mientras lo hacía, levantaba de a poco el vestido. Una mano sudada se metió por debajo y acarició mi muslo. Era Rama, quien mientras lo hacía, iba dando besos cada vez más abajo, dejando una huella de humedad sobre mi piel. Javier levantó mi vestido hasta dejar a la vista la tanga, y me lo quitó. Se agachó y me dio un mordisco en el culo, para luego sacarme la tanga con los dientes.
Rama me quitó el corpiño en un movimiento rápido e imperceptible. Me había quedado en tetas sin que me diera cuenta, y él ya estaba presionando el pezón con sus labios, cosa que me causó un placer delicioso.
Escuché algo liviano caer en el piso. Era la remera de Javier, quien se la había sacado. Giré para mirarlo mientras el otro me seguía saboreando. A pesar de que no era muy corpulento, Javier tenía un lindo físico de músculos marcados. Rama lo imitó y dejó ver su torso desnudo. No tenía pelos en el pecho, y era bastante delgado, casi frágil. Sin embargo, el calor del momento no me permitió decepcionarme. Mientras volvía a comerme las tetas, yo lo ayudé a desabrocharse el cinturón, ...
... y le desabotoné el pantalón, y bajé el cierre. Mientras escuchaba cómo Javier se deshacía de sus prendas en un movimiento brusco. Le bajé los calzoncillos a Rama, y apareció la verga delgada y pálida hinchada, pero no del todo erecta. Giré y vi Javier desnudo. De una maraña de abundante vello púbico sobresalía la verga imponente. Era gruesa y de venas marcadas, y la cabeza estaba colorada.
Agarré ambas pijas con delicadeza y comencé a masajearlas. La de Javier parecía una roca, y la de Rama ya comenzaba a endurecerse más y más.
Ambos se acercaron y me rodearon con sus cuerpos mientras yo seguía pajeándolos. Sus manos iban de un lado a otro, recorriéndome con deleite. Sentí una lengua experta besando mi cuello, como vampiro sediento de sangre, mientras una mano se internaba en mi sexo y acariciaba mi clítoris al mismo tiempo que masajeaban mis nalgas con ternura. No sabía quién hacía qué, los tres estábamos enredados en una sucesión de besos y caricias, y nuestros cuerpos se confundían uno con otro.
Embargada por el éxtasis, no tenía noción exacta de dónde estaba, pero de alguna manera, nuestros cuerpos se acomodaron de una forma conveniente sobre el sofá de la sala de estar. Javier había quedado abajo. Me encontré dándole besos a su tórax, chupé su pezón y se lo mordí, a lo que él respondió mordiéndose los labios para no gritar, aunque igual le gustó, porque me pidió que le repita. Mientras recorría su cuerpo con mi lengua, él apuntó su verga y la enterró en mi sexo ...