1. Mi hija no me dejaba masturbarme


    Fecha: 08/11/2020, Categorías: Masturbación Autor: cunegundo, Fuente: CuentoRelatos

    Esta historia que os cuento es real. Soy un hombre de 40 años, de buena presencia.
    
    Mi mujer se llama María.
    
    La gente suele decir que soy un hombre bueno y ella bastante mala.
    
    Tengo una hija única llamada Laura. Es una persona llena de sentimientos y de una gran pasión. Tiene 19 años y un novio llamado Rafael.
    
    Los veranos los solemos pasar los tres miembros de la familia en nuestro apartamento de la playa.
    
    El mes de agosto me fui solo al apartamento. Mi mujer se tenía que quedar por su trabajo (o al menos eso decía).
    
    Laura llevaba todo el verano con su novio, pero se vino conmigo unos 15 días. Él por lo visto se iba a la casa de sus padres. Me pareció una estupidez puesto que podía pasar todo el verano en compañía de mi hija.
    
    Nos levantábamos por la mañana, desayunábamos e íbamos de compras. Luego a la playa. Después nos duchábamos y luego comíamos. Una siesta, y a tomar un helado. Un paseo por el pueblo. A veces íbamos al cine. Cenábamos, finalmente andábamos por el paseo marítimo.
    
    Ella solía hablar sin parar. Aunque a veces caminábamos silenciosamente.
    
    Al carajas del novio se le ocurrió venirse unos días. Ambos se metían en una de las habitaciones. Me avergonzaba y me tapaba los oídos. Se oía el chirriar de la cama. Él gemía y ella resoplaba ligeramente.
    
    Un fin de semana decidimos viajar a Madrid para dar una sorpresa a su madre que estaba sola la pobre. Pero al llegar fue terrible. Encendimos la luz al entrar. Recorrimos el pasillo y entramos ...
    ... en el dormitorio. La luz estaba apagada. Mi mujer estaba acostada con otro hombre. Su amante. Las piernas me temblaban.
    
    Me marché a vivir a otra casa y los fines de semana me iba a la playa a relajarme. El caso es que mi hija decidió venirse conmigo. Incluso se venía alguna vez a la playa.
    
    ―Papá no voy a abandonarte. Debes olvidarte de esa.
    
    ―No debes hablar así de tu madre.
    
    Pasaba demasiado tiempo con mi hija hasta el punto de que me llegaba a incomodar. Sentía mi intimidad invadida. Asuntos personales como la masturbación no podía llevarlos a cabo, primero porque me sentía sin ganas y segundo porque mi hija siempre estaba al acecho. Así hasta tres meses seguidos. La falta de desahogo sexual hacía que tuviese erecciones largas y ardientes.
    
    Uno de esos fines de semana en la playa estalló la tormenta. Tenía una de esas erecciones. Mi hija me estaba mirando el cuerpo, el pecho y el pene. Eso me indignó y solté toda mi cólera.
    
    ―Sí sé lo que te pasa― me decía― y en el fondo soy yo. No te estoy dejando que estés un momento a solas.
    
    ―¿Y quién te da permiso para que te metas así en mi vida?
    
    ―Quiero que esto te obligue a buscar una mujer para que te olvides de mi madre.
    
    Entonces grite:
    
    ―No. No conozco a otra mujer. Pero si me decido a ello es cosa mía.
    
    Rompí un jarrón de porcelana de un manotazo.
    
    ―Papá, papá estoy enamorada de ti ―me dijo con lágrimas en los ojos―. Estoy enamorada de mi padre.
    
    Me quedé como un muerto sin saber que decir. Ella se ...
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