1. Mi hija no me dejaba masturbarme


    Fecha: 08/11/2020, Categorías: Masturbación Autor: cunegundo, Fuente: CuentoRelatos

    ... tranquilizó un poco.
    
    ―No te dejo masturbarte por si un día ocurre lo peor y si es así quiero que sea lo más maravilloso para ti. Que estés esperando con anhelo ese día como si fuese tu primera noche de bodas.
    
    Yo no sabía qué hacer.
    
    Se me ocurrió poner un cd de música.
    
    ―¿Bailas? ―le dije.
    
    ―Sí.
    
    Fue una tontería. Quise demostrarme a mí mismo que controlaba la situación. Mi hija se pegó completamente mientras bailábamos. Tenía una tremenda erección. Parecía que mi pene había crecido. Nuestras caras se encontraron. Mi corazón se aceleró como un motor. Notaba también los latidos de Laura. Nos besamos en la boca. Y nuestras lenguas y salivas se juntaron.
    
    Fuimos al dormitorio casi a empujones debido a la lujuria. No recuerdo ni como nos desnudamos. La ropa cayó al suelo. Besé y lamí todas las partes de su cuerpo. Ella metió mi polla en su boca. Mi camisa despareció. Ella echó en falta su sujetador. Me acordé de ella estando con su novio. Resoplaba. Ahora jadeaba locamente. Llegábamos a gemir y a gritar. Tuve miedo de sufrir un infarto o un colapso emocional. Separé sus bragas y se la metí toda. Noté como sus paredes me apretaban. Como su humedad se derramaba. La polla ardía dentro. Ella gritaba y gritaba encima de mí. Moviéndose como una energúmena. Adelante y atrás. Le noté hasta tres orgasmos. Me corrí y grité soltando un semen que quemaba. Mi polla seguía dentro cuando comenzaba a perder la erección. Le noté un cuarto orgasmo. Me pareció muy largo. Aullaba. ...
    ... Teníamos espasmos.
    
    Nos quedamos así. Apretados. Uno junto al otro. Hasta que nos dormimos.
    
    Por la mañana me dolía el pene por dentro.
    
    Nos bajamos a la playa. Pasamos la mañana sin decir nada. Subimos. Comimos. Al terminar noté otra violenta erección.
    
    ―Ven― le dije.
    
    ―No― me contestó.
    
    La agarré. La llevé al dormitorio y le empujé ligeramente. Ella intentó resistirse. Le levanté la falda y le bajé las bragas. Se la iba a meter con fuerza, pero me di cuenta de lo que estaba haciendo y me controlé. Se la metí lentamente. Al hacerlo noté sus convulsiones. Tuvo unos seis orgasmos continuados. Así contra la pared. Follé con fuerza hasta que me vacié.
    
    Pasábamos los días en el apartamento horas y horas con el coño de mi hija en la boca. O viendo la televisión con mi polla dentro de su coño, erecta o flácida.
    
    Nos quedábamos dormidos uno encima del otro. Mi hija tenía que ir a su clase o algo así. Y no iba.
    
    Llegué a calmar mi furia sexual. Íbamos al cine y comíamos helados juntos.
    
    Tuvimos el último encuentro sexual. Sabía que Laura era una mujer de una tremenda pasión reprimida. Sabía que su novio no la dejaría satisfecha nunca. Yacíamos en la cama. En nuestra posición preferida. Ella sobre mí. Montándome.
    
    ―¿Por qué te gusto tanto?
    
    ―Porque estoy loca por ti.
    
    ―¿Pero tiene que haber alguna razón?
    
    ―Hay una locura que llevo dentro.
    
    ―¿Es una locura sexual?
    
    ―Sí.
    
    ―¿Y porque no la puedes vivir con otros hombres?
    
    ―Porque tengo miedo. Tú eres la ...