Hace unos años con mi hermana Ana
Fecha: 12/11/2020,
Categorías:
Humorísticos
Autor: Ifardavin, Fuente: CuentoRelatos
... hacerlo. Cualquiera va y le dice a su hermana “Oye, ¿quieres enrollarte conmigo?” o “Mira Ana, que me he enamorado de ti, que me gustas un montón y que si quieres que echemos un polvo”. No me parecía muy ético, pero algo había que hacer...
Por aquella época mi hermana no estaba saliendo con nadie, cosa curiosa, así que pensé que podría tener más posibilidades de éxito en mi empresa, aún siquiera por definir.
Empecé a mostrarme más íntimo en mis conversaciones con ella, le hablaba de mis gustos y experiencias sexuales, de las chicas que había en la facultad y con las que, al principio, había tenido algún escarceo... Todo con la esperanza de que me viera como yo la veía a ella, que tuviera celos de que alguien se metiera en medio de nuestra relación, tan íntima y especial. No notaba yo grandes avances pero tampoco me atrevía a ir más allá...
Un sábado cualquiera habíamos quedado todos los amigos para jugar un partido de fútbol en el campus de la universidad y decidimos hacer una sangría para pasarlo bien y que los espectadores, o sea, las chicas y los que no jugaban de la pandilla, pudieran ponerse a tono, amén de utilizarse como elixir para los jugadores. En un garrafón metimos el vino, el limón, la fruta, el azúcar y, por si acaso, un litro de coñac y otro de ginebra.
Aquella sangría era un bombazo.
Ya jugando, cualquier excusa era buena para acercarse a la banda y beber un vasito de aquel bebedizo, así que con el paso de los minutos, en vez de un equipo de ...
... fútbol éramos una panda de borrachos arrastrándonos por el campo. En la grada, ni te cuento.
En un momento del partido y por estar ya bastante bebido me llevé una patada descomunal que me dejó revolcándome en el suelo de dolor. Enseguida salieron las masajistas, todas las chicas de la pandilla, montando juerga y con el garrafón. Me llevaron fuera del campo y me hicieron beber un vaso tras otro, con lo que fui subiendo el grado de embriaguez de forma más que considerable. Ya no veía un balón sino dos y acabé deambulando por el campo hecho cisco. Mi hermana se empezó a preocupar y pidió que me cambiaran para llevarme al vestuario a darme una ducha a ver si me despejaba.
Me ayudó a llegar y allí me quedé tirado en un banco incapaz de moverme de la tajada que tenía. Ana no se había atrevido a entrar por ser el vestuario masculino pero, viendo que yo no contestaba a sus llamadas desde fuera, se decidió, encontrándome hecho una piltrafa.
-Chema, venga, levántate, vamos a la ducha.
-No puedo, no me puedo ni mover. Si me levanto, todo me da vueltas y me encontraré peor, ya lo sabes -Dije con voz gangosa y sin levantar la cabeza.
-Ven, te voy a llevar a la ducha. Seguro que luego te sientes mejor. Venga, ayuda algo que no puedo sola contigo... -Ana intentaba tirar de mí pero yo pesaba demasiado para ella y no hacía ningún esfuerzo.
Siguió insistiendo hasta que consiguió ponerme sentado en el banco. Yo estaba con la cabeza agachada entre los brazos, con unas náuseas ...