1. Los herederos Federighi (Chocoidilios)


    Fecha: 18/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Gary J. Sorrow, Fuente: CuentoRelatos

    El sol de verano era demasiado abrasador incluso para aquella pequeña distancia que yo intentaba recorrer desde la playa a casa. Mi rubio no lo aguantaría y mi bikini negro aún menos. La fiesta resultó ser una puta mierda. De repente todo el mundo se creía que reunir a unos cuantos amigos en la playa se podía llamar fiesta. Le había mandado un mensaje a mi hermano para que me recogiera pero no debió verlo, y el trayecto de vuelta en realidad era corto así que mejor no molestarle.
    
    Llegué a casa cansada, y me extrañó ver que no había nadie, las persianas estaban bajadas y todo a oscuras y en silencio. No estaba borracha, yo nunca bebía demasiado, pero el vino que me llevé al estómago vacío de mal humor antes de marcharme de la fiesta debió sentarme fatal, lo suficiente como para no recordar que mis padres iban a salir fuera todo el fin de semana. Por eso abrí la puerta de la habitación de mi hermano con un enorme estruendo:
    
    —¿¡Hermano, dónde estás!? —llamé casi gritando.
    
    Mi pobre hermano Gabriel, que lo último que esperaba es que yo volviese tan pronto de una fiesta, se asustó, dio un bote de la silla de su escritorio y esta cayó al suelo.
    
    —Estoy aquí, tranquila, ni que lleváramos siglos sin vernos —reprochó reponiéndose del sustillo.
    
    —Ah perdona, ¿he gritado mucho? Lo siento —me excusé.
    
    —En fin, no pasa nada. Estoy un poco ocupado, así que si no necesitas nada más, me gustaría volver al trabajo —dijo poniendo de pie la silla.
    
    Mi hermano siempre era así ...
    ... de formal. En realidad no tenía más opción, su madre se había casado con mi padre, y eso implicaba que siendo varón heredaría el linaje de la familia Federigui como Gabriel Federigui, y para cumplir con su nuevo rol, su madre le había convencido para terminar el doctorado con matrícula de honor, y así lo haría. Le llamaba hermano aunque lo correcto sería llamarle hermanastro.
    
    —¿No te cansas de estar todo el día estudiando, y haciendo tareas domésticas inútiles?
    
    —No, no me importa, puedo ocuparme de cualquier cosa.
    
    —Pero antes teníamos mayordomos para planchar, lavar y todo eso, pero tu madre no deja a mi padre tenerlos…
    
    —Tienes razón, pero bueno, es mi madre, le cuesta acostumbrarse a este estilo de vida.
    
    Me dejo caer en la cómoda cama, desarmando las sábanas.
    
    —Oye, si quieres tumbarte en la cama, ve a la de tu habitación que para eso la he hecho.
    
    —¿Has hecho mi cama? —dije con la voz oscilante—. ¡Joder, no hagas eso, me da mucha vergüenza! —Me llevé las manos a la cara. No hacía mi propia cama por pereza y no me gustaba que Gabriel perdiese su poco tiempo libre haciendo algo que debería hacer yo.
    
    —Te noto un poco inquieta —se recolocó las gafas—. ¿No me vas a contar lo que te ha pasado en la fiesta?
    
    —Ah, nada importante, vine pronto porque era una puta mierda, sin más. Tendrías que haber venido conmigo, habría sido mil veces mejor y podrías haber conocido alguna chica.
    
    —Siento decepcionarte, pero eso de ir por ahí, de fiesta en fiesta rompiendo ...
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