1. Luna, mi hermana desconocida


    Fecha: 02/12/2020, Categorías: Transexuales Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... pesar de no haber tenido una gran performance, me gustó mucho mi primera vez, y siendo muy joven me convertí en un putañero profesional, que se conocía los tugurios de toda capital y provincia, y que se había acostado con más mujeres de las que mis amigos soñaban con tener.
    
    Pero, en fin, me fui de tema. Estaba hablando de mi viejo. Al tipo solo lo vi dos o tres veces en mi vida. Y la ausencia de un mayor que me vigile me convirtió en un adolescente dado a la bebida, y a las putas. Pensándolo bien, tuve una suerte inmensa de no haber caído en la droga o en otras cosas turbias.
    
    Pero cuando mi mamá empezó a tener problemas de salud y a no poder trabajar todos los días para mantenernos, tuve que ponerme las pilas y conseguir un trabajo fijo.
    
    A mis veintiún años ya era todo un señor, que ya había vivido todo tipo de aventuras, y había adquirido experiencia, por lo que los vicios ya no me tentaban en lo más mínimo. Sólo iba de putas, cada tanto, porque me gustaba estar con mujeres que luego no me estaban molestando con exigencias ni celos.
    
    Nunca me enamoré. Alguna que otra vez creí estarlo, pero cuando la chica de turno mostraba su verdadera cara (casi todas eran unas putas), enseguida me desencantaba del hechizo en que había caído. Muchos de mis amigos me envidian la capacidad que tengo de dejar las cosas malas atrás, y no entienden cómo puedo hacerlo. En el caso de las mujeres es fácil. Cuando descubro que a la chica con la que salgo no le alcanza sólo con mi pija, ...
    ... o resulta ser una obsesiva, o tiene cualquier tipo de hábitos que van en contra de mi filosofía de vida, simplemente dejo de quererla, porque la persona que me había gustado en principio ya no existía, o quizá nunca existió.
    
    En todo caso, no es para dar lástima ni mucho menos, pero para las personas que sufrimos pérdidas como la muerte o el abandono de un padre (que es casi lo mismo), estamos mucho más curtidos, y los desengaños no nos afectan igual que a otros.
    
    La otra cara de la misma moneda es el hecho de ser un tanto insensible con los otros. Pero, en fin, nadie es perfecto.
    
    A pesar de esto, el tema con mi padre me cuesta superarlo, y cada vez que veía a mi vieja cansada de tanto trabajar, y cada vez que pienso en cómo perdió su juventud por cuidar de mí, me viene una ira asesina hacia ese tipo que nunca en la puta vida se dignó a pasarnos unos mangos para comer.
    
    Así y todo, nunca me decidí de hacerle ningún reclamo. Y, aunque más de una vez, en mi mente elucubré alguna maldad hacia él, jamás la concreté. No me parecía justo tener que gastar energías con alguien como él.
    
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    Ahora tengo treinta años. Tengo un buen negocio y una casa propia. Y lo mejor de todo, ahora soy yo el que cuida de mi vieja. No somos ricos, pero no nos falta nada.
    
    Desde hace días que pienso en mi viejo con más regularidad que de costumbre. No sé por qué, pero así es.
    
    A pesar de vivir en una época de hiperconexión, donde se puede conversar con personas de otros continentes sin ...
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