Cómo me enamoré de mi esposo
Fecha: 05/12/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Dianquel, Fuente: CuentoRelatos
... beso, todavía tenía un poco de semen en mi boca, pero no le importó, sentí como sus manos recorrían mis pechos y estiraban suavemente mis pezones, era algo delicioso de hacer.
— ¿Quieres hacerlo, Diana?
Dijo separándose un poco de mí, un hilo de saliva o semen conectaba nuestros labios a pesar de la distancia. Me estaba ofreciendo su pene para montar. Por suerte tengo una vagina grande, mis labios se extienden bastante. No lo pensé mucho pero entre la borrachera y la excitación no dije anda y me quedé viéndolo como una idiota, con una sonrisa en la cara.
— Si no quieres podemos dejarlo así.
Me puse de pie y empujé hacia atrás su pecho con mi pie, lo hice acostarse y entonces hice cuclillas encima de su pene. Cuando me di cuenta lo tenía en el pubis, bastante antes de lo que esperaba. Pase mi brazo por detrás y lo recorrí desde donde empiezan los testículos hasta donde terminaba el glande. Lo medí en otro de nuestros encuentros, 23 cm de pene.
Puse su glande en mis labios y comencé a bajar poco a poco.
— Caleb, no te pases de pendejo conmigo.
— A tu ritmo, hermosa, no te lo voy a meter de golpe.
Comencé a meterlo en mi interior poco a poco el glande fue lo peor, hacía un esfuerzo por metérmelo pero no parecía tener fin. Mi vagina se estaba estirando mucho y comencé a gritar del dolor y a insultarlo. Él no decía nada, sólo tenía sus manos en mis caderas y me observaba sufriendo. Cuando pase el glande sentí como si algo hiciera un chasquido dentro de ...
... mi. Comencé a bajar con más facilidad, cuando llegué a la mitad me resbalé totalmente y sentí como su pene llegaba hasta mi límite. Hice un poco hacia arriba mi parte trasera de lo mucho que me dolió. Me sentí avergonzada cuando mi ano comenzó a expulsar gases, no lo pude controlar, fueron tres y su sonido fue muy fuerte, lo peor es que su olor también lo fue.
Yo estaba roja y con los ojos llorosos. Nunca había pasado tanta vergüenza en mi vida. Comencé a llorar pidiéndole perdón y cubriendo mi cara.
— Está bien, Diana, no me importa.
Seguí disculpándome hasta que él me agarró los brazos y los alejó de mi cara, hice la cabeza hacia abajo para ocultar mi cara y él me hizo verlo tomándome de la barbilla.
— En serio, lo estoy disfrutando, Diana. No llores, en serio.
— ¿No te da asco?
— Nada que ver, sólo se te escapó un poco, a todos les pasa.
Me sonrió de una manera muy bonita mientras tenía la mano en mi mejilla. Lo besé y él siguió el beso. Nada de lengua, fue roce de labios puro, me encantó, ahí fue cuando comencémosla a enamorarme de él.
Comenzó a moverse, levantó sus caderas y sentí su pene más hondo todavía, volvió a levantarlas y me tomó por las caderas, yo dejé de besarlo y puse mis manos en el suelo para no caerme hacia atrás.
— Mantente así.
Me dijo cuando tenía un poco levantadas mis caderas.
Puso sus manos debajo de mis muslos. Y entonces comenzó a meterlo más profundo y echarse hacia atrás, al principio fue lento, estaba cerca del ...