Sábado
Fecha: 20/10/2017,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Rude, Fuente: CuentoRelatos
22:34 p.m.
Me encontraba en mi piso, recién duchado preparándome para salir. Había quedado con Víctor.
Me presento: Soy un joven albañil de 25 años, metro ochenta y cinco, delgado, ojos verdes, pelo castaño y un juguetón miembro de dieciséis centímetros. Tengo "piercings" y tatuajes a tutiplén, agujereados desde la nariz hasta los pezones, y todo mi cuerpo marcado a base de tinta (los brazos, el cuello... incluso el trasero, señoras y señores). Los que me conocen dicen que soy un pelín introvertido, aunque después de un par de cervezas tengo la virtud o el defecto de hablar por los codos. Mi nombre es David.
Víctor me había llamado por teléfono hacía unas horas para contarme que aquella noche inauguraban un pub llamado Extacy en el centro de la ciudad. Al parecer habían preparado una fiesta con "DJ's" y lo más importante, suculentas promociones: "¡Cerveza a un euro!" aseguraba Víctor. Pensé que podría ser una buena ocasión para probar carne. Hacía dos meses que no follaba y me pasaba los días viendo porno; esa misma tarde me masturbé viendo un vídeo de mujeres haciendo felaciones, pajas y juegos sexuales varios. En una de las escenas doce tíos se corrían en la boca de una misma mujer, llenándole la boca de cierta sustancia blanquecina. Ella se lo tragaba todo como si de limonada se tratara. Muy educativo.
En el tocadiscos de mi habitación sonaba "Big Six", un tema de un viejo lp del inglés Judge Dread. Estaba desnudo y me veía en el espejo mientras ...
... decidía qué ropa podría ponerme esa noche, y ahí estaba yo, con un polo de Fred Perry en una mano y en la otra una camisa de mangas cortas y cuadros granates marca Ben Sherman. Mientras decidía aprovechaba para darle ánimos a mi amiga recién rasurada, es decir, mi polla. Le decía: "Amiga, esta noche puede ser una gran noche, y si no al menos la borrachera estará asegurada".
Decidí ponerme la camisa, acompañada por un chaleco gris con cuello de pico, unos pantalones vaqueros, azules, y unos zapatos color vino. Por encima me pondría un abrigo negro, el simpático hombre del tiempo había comentado que el tiempo refrescaría durante la noche. Lo que desconocía ese hombrecillo de la tele era que estaba muy equivocado, que esa noche iba a ser muy muy caliente...
Antes de salir del piso saqué ochenta euros del primer cajón de la mesilla de noche, del segundo saqué un paquete de chicles, dos paquetes de cigarrillos y un par de preservativos (nunca se sabe). Me rocié mi perfume por el cuello y las muñecas, cogí todo y salí.
23:15 p.m.
Pude reconocer su cazadora roja desde la distancia. No cabía la menor duda, era Víctor, amigo mío desde el instituto.
—¿Dónde te habías metido?—dijo a veinte metros de mí gritando como un poseso y clavando en mí la típica mirada de "te voy a matar" que lanzaba cuando se enfadaba (se me olvidaba comentar: habíamos quedado a las 22:30) —¿no habíamos quedado a las 22:30 en frente de aquel puñetero restaurante?—señalándome el restaurante en ...