-
El Campamento - Parte 1
Fecha: 08/12/2020, Categorías: Gays Autor: johna.2012, Fuente: CuentoRelatos
... sido nalgueado frente a mis amigos y porque parecía que me había gustado. Sin volverme a mirar a nadie, seguí mi camino hacia el baño, escuchando las risas de mis amigos detrás de mí. Me tomó varios minutos calmarme y bajar la erección que me había ocasionado sentir la mano de Cristian sobre mi culo. Una vez que me sentí más relajado, regresé a donde se encontraban mis amigos. En sólo un par de minutos todo aquel incidente de la nalgada quedó olvidado y todos siguieron comportándose como siempre, como si nada hubiera pasado, todos menos Cristian, quien se encontraba muy callado, algo bastante extraño en él. El tiempo continuó pasando y uno a uno empezamos a caer dormidos, ahí mismo donde estábamos. La borrachera que se habían pegado apenas les dejaba mantenerse conscientes. Sin decirle nada a Cristian, me recosté sobre el colchón junto a él y le di la espalda, tratando con todas mis fuerzas de relajarme para poder dormir un poco. Entonces sentí que Cristian se acostó a mi lado y empezó a girarse de un lado a otro, como si quisiera acomodarse, luego se giró hacia mí y acercó sus labios a mi oído, tan cerca que su aliento cálido hizo que mi cuerpo temblara. ―Perdona por haberte nalgueado ―se disculpó susurrando y luego acercó su cuerpo un poco más hacia el mío ―, estoy algo tomando. ―No te preocupes ―le respondí suavemente ―. No pasa nada. ―A veces cuando estoy tomado no sé lo que hago ―volvió a decir y entonces sentí su mano posarse sobre mi ...
... cintura suavemente, con timidez. Mi corazón empezó a latir con fuerza al sentir su mano sobre mí, pero no estaba seguro de lo que eso significaba, si había sido un movimiento premeditado o sólo un reflejo… Entonces Cristian pegó de golpe su cuerpo contra el mío y de inmediato pude sentir su enorme pene apretarse contra mis nalgas. Mi piel se puso de gallina cuando sentí su pedazo de carne duro y caliente, chocar contra mis nalgas y moverse ligeramente de un lado a otro. ―Pero es que de verdad que tienes un buen poto ―susurró Cristian en mi oído, casi inaudiblemente, con la voz tan apagada que por un momento dude si realmente había escuchado bien. Entonces Cristian bajó su mano hacia mis nalgas y las apretó sin ningún tapujo, con firmeza, haciendo que soltara un gemido ahogado que fue más de sorpresa que de excitación. Mi corazón latía fuerte dentro de mi pecho. Mi cuerpo estaba tan caliente que parecía que mi piel ardía en fiebre. Lo único que quería era que siguiera tocándome, que su mano siguiera apretando mis nalgas, que me quitara el buzo que llevaba puesto para poder sentir su mano directamente sobre mi piel. Pero Cristian no volvió a moverse, se quedó quieto, con su mano quieta aún sobre mis nalgas, y luego de unos segundos lo escuché roncar junto a mi oído. Por un momento pensé que podía estar fingiendo, así que no me moví, esperando que empezara a mover su mano nuevamente, pero luego de algunos minutos de espera no resistí más y me volví hacia él, ...