Delicias en familia 1 y 2
Fecha: 11/12/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Inter96, Fuente: SexoSinTabues
... deslizó sus manos a mi cintura y las metió por debajo de la blusa. —Basta… —le susurré. —¿Te estás excitando? —Cállate. Dos de los muchachos platicaban. Los otros estaban cambiándose. El de piel oscura se quitó la toalla y ¡madre de Dios! Su pija era enorme. Se balanceaba como la trompa de un elefante, con grandes huevos colgando y una pelusa de vello púbico encima de su verga. Las manos de mi amiga se tornaron más fuertes alrededor de mi cintura y noté sus labios en mis hombros. También sus tetas grandes que hacían presión en mi espalda. —Se ve delicioso… me gustaría metérmerlo en la boca ¿Tú no, Alondra? —Cierra la boca. La verdad es que sentí un cosquilleo en el estómago al ver la polla de ese hombre. Después otro más se quitó la toalla, desinteresados. Éste tenía el pito considerablemente más pequeño, bueno, comparado al del negro. Se trataba del Beny, un chico guapo que había querido hacerme su novia. Sonia se rió en silencio y me mordió el hombro. Sus manos bajaron hasta poco más abajo de mi cadera, y se metieron debajo de la cinta de mi falda. Yo tragué saliva. Notaba un calor en mi conchita. Un calor peligroso. De repente Sonia ya no pudo más, y quería ver tanto que se recargó demasiado en mí. La puerta del armario se abrió y las dos caímos de bruces dentro del vestidor, a los pies de los chicos que estaban desnudándose en ese momento. —Caímos del Cielo —dijo Sonia, levantándose con una sonrisa de diversión. A mí me ardía la cara, por lo que apenas logré ponerme de ...
... pie, y sin apartar la vista del desfile de vergas que había allí. No es que me gustaran, pero las veía tan impresionada que fue difícil mirar para otro lado. Al vernos a dos chicas allí, la verga de Beny comenzó a levantarse. Tragué saliva. Sus amigos se pusieron a burlarle y una ola de risas estalló en los vestidores. Eso fue poco antes de que el entrenador viniera a ver qué pasaba y nos sacara casi a patadas de allí. Decía que las mujeres éramos la perdición para sus jugadores y que si nos volvía a ver, nos íbamos a enterar de su furia. Sonia se reía como una loca cuando llegamos al salón. La clase de sociales ya iba a acabar. —Pueden entrar, pero la próxima se quedan afuera —gruñó la maestra. Yo me senté en mi sitio y me corrí la falda, porque la traía muy corta y las piernas se me veían bastante, y además el minishort de licra que traía debajo no cubría mucho. Decidí apartar la mente de los muchachos que había visto, pero me fue difícil concentrarme. —Bien, chicos, tienen tarea. Investigar sobre las raíces de su familia y hacer su árbol genealógico —la profesora Carmen, hermosa como siempre, de tan solo veinti tantos años, lucía hermosa con su falda corta. Era la maestra más sensual y en varias ocasiones me había imaginado la delicia que tendría entre las piernas. Me miró por detrás de sus gafas y me guiñó un ojo. —¿Entendiste la tarea, Alondra? —Sí, maestra. —Bien. Entonces las veré la próxima semana. Felices vacaciones. Disfrútenlas. Es sólo una semana. Era la última ...