Delicias en familia 1 y 2
Fecha: 11/12/2020,
Categorías:
Incesto
Autor: Inter96, Fuente: SexoSinTabues
... cuerpo desnudo. Estaba al pie de la cama, y le estaba dando por la concha a ¡mi madre! La cama rechinaba. Papá gemía y mamá también, como una de esas princesas de las películas porno. Desde donde yo estaba no me podían ver. Vi cómo mi padre, Gerardo, le daba de nalgadas a mi madre, Diana. Sus manos se clavaban en las pompas de ella y dejaban marcas rojas. — ¡Más! ¡Más! Pidió mi madre. Oía el chaqueteo de la polla de mi padre embistiendo, los cuerpos que chocaban. —Así está bien, putita. ¡Di que eres mi puta! —No, Gerardo… ay. — ¡Dilo! — papá le pegó una fuerte nalgada. Hasta a mí me dolió. — ¡Soy tu puta! —exclamó mamá. Me alejé un poco de la puerta, pero la mantuve abierta. Vi cómo mi madre giraba sobre la cama y se abría de piernas. Papá colocaba los pies de ella sobre sus hombros, la tomaba de las caderas y le seguía dando duro por la concha. Las tetas de mamá, grandes y de puntas rosadas como todas nosotras, se sacudían fuertemente. Eran naturales y firmes. Vi cómo ella se llevaba sus propios pezones a la boca. Papá se inclinó y le dio una cachetada, y luego la besó. Sentí más calor entre mis piernas. Se me pararon un poco los pezones y sentí que la cara entera me ardía. —¿Qué pasa? —me preguntó la inocente de Katy, casi asomándose para ver. Me apresuré. Si ella veía a nuestros papás cogiendo, quedaría con un trauma de por vida. —Nada —dije y cerré suavemente. La empujé de la espalda despacio y me la llevé a la sala, para ver televisión. Nos sentamos juntas. Ella acomodó ...
... la cabeza en mis piernas y le prestó atención a la película, pero yo estaba caliente todavía, demasiado excitada por lo que había visto en las duchas, la polla de ese hombre negro, los cariños de Sonia y la escena de las tetas de mi madre brincando mientras subía los pies a los hombros de mi padre y pedía que le dieran más y más fuerte. —Ah, ya llegaste — dijo Cass, asomándose de las escaleras. Venía con sus boxercitos rosados y una blusa pegada a su cuerpo. Se le marcaban los pezones. —Ponte algo de ropa. —¿Para qué? Hace calor —se sentó a nuestro lado, haciendo a un lado los pies de Katy. Miré a mi hermana con aversión porque me encontraba algo chocante que fuera grosera y mala hija. Tenía el pelo negro y lacio cortado a la altura de los hombros, y un tatuaje en el brazo y otro en el muslo derecho. Un piercing muy bonito, que Katy empezó a jugar, le adornaba el vientre. —¿Cuándo puedo hacerme uno? —le preguntó a Cass. —Nunca —le respondí yo, antes de que mi hermana decidiera llevársela para encaminarla en malos pasos. Casandra se rió de nosotras y cruzó sus blancas piernas. De acuerdo, lo admito. En más de una ocasión me había sentido atraída por el pequeño triangulito que se le marcaba, y me había querido imaginar cómo era la conchita de mi hermana. Ya no nos bañábamos juntas, como cuando éramos niñas, y ya desde entonces me daba curiosidad por tocársela y enterrar mis dedos en su raja. Ese pensamiento hizo que me sonrojara. —Creo que papá le está dando duro a mamá —dijo ...