1. Mi hermano Juan


    Fecha: 18/12/2020, Categorías: Incesto Autor: AdelitadeLesbos, Fuente: SexoSinTabues

    Mi hermano Juan, cinco años mayor que yo, es un chico esbelto y simpático que, en general, suele gustar a las chicas. Estudiaba arquitectura en Madrid y solía venir por casa algún fin de semana que otro. Aunque nunca habíamos tenido una profunda relación por la diferencia de edad, nos queríamos como buenos hermanos y, sobre todo, mantenía una relación un tanto paternalista conmigo. Cierto fin de semana, a mis padres se les ocurrió la idea de ir a pasar el día al pueblo con la hermana de mi madre y su marido, es decir, mis tíos, con los que tienen una muy buena relación, y, dado que estaba relativamente cerca, decidieron ir en un sólo coche ya que había que ahorrar gasolina según decían. En otros tiempos, cuando íbamos más de cinco en el coche, a mí siempre me tocaba ir en las piernas de mi hermano, pero en ese momento, con catorce años, me consideraba muy mayor para viajar de esa manera, incluso mi hermano protestó por la ocurrencia, aunque no le sirvió de nada. Mis padres, que aún me consideraban una niña, decidieron que iría así. A poco rato de ponernos en marcha noté lo que me pareció una incipiente erección de mi hermano. Aquello me resultaba un tanto extraño pues nunca había mostrado el más mínimo interés hacia mí como mujer. Pero sí, efectivamente, la erección iba a más y en pocos minutos la noté grande y dura en mi trasero. El intentaba ahuecar el espacio entre su pene y mis nalgas para que yo no notase la erección, pero, dado el poco espacio que había en el coche, ...
    ... resultaba un esfuerzo inútil. A mí no me importaba demasiado, al fin y al cabo era algo natural y, aunque no me atraía sexualmente, me parecía una coyuntura bastante divertida. Una vez asumida la situación por mi hermano y viendo que no me incomodaba, decidió sacarle el mejor partido posible al traqueteo del coche. Intentó escurrirse hacia abajo para que su pene se acercase a mi vulva, pero, como consecuencia de la postura inicial, resultó imposible conseguirlo y se limitó a disfrutar del roce que nos proporcionaba la carretera. Después de un agradable día primaveral comiendo en el mesón del pueblo y visitando a los amigos, emprendimos el viaje de vuelta. Esta vez mi hermano, aduciendo que en el viaje de ida se le habían dormido las piernas, me colocó como el decidió que sería más cómodo para los dos, a horcajadas; puso su trasero lo más fuera que pudo del asiento, y me situó encima de él. Para mí estaban claras sus intenciones, quería disfrutar de lo que no pudo en el anterior; pero no me importaba lo más mínimo pues yo también podía gozar de la situación. Nada más sentarme noté ya su erección y como todavía no coincidía su pene con mi vulva, forcé un poco la postura sacando el culo hacia afuera para hacerlos coincidir. El viaje fue estupendo, su pene estaba más duro y grande que antes pues seguramente se lo había colocado bien para que el calzoncillo no impidiese su pleno desarrollo. No sé si se correría, pero yo terminé completamente húmeda y sofocada por la excitación, y ...
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