1. Hice que mi madre cumpliera mi fantasía (segunda parte)


    Fecha: 18/12/2020, Categorías: Gays Autor: voyeur34, Fuente: CuentoRelatos

    ... ardiente y dura. Luego se separó y subió al baño para cambiarse la ropa y asearse. Antes de que se marchara pude atisbar en la oscuridad su maléfica sonrisa de dentadura blanca y hermosa.
    
    Mi madre fue a mi habitación y yo entré al sanitario y luego me lavé la boca. Cuando regresé a mi habitación mi madre estaba profundamente dormida. Las copas y el baile le cobraron factura tal como lo había pensado. Me metí en la cama pensando que la encontraría como siempre, pero esta vez mi madre se había limitado a quitarse el vestido. Lo había encontrado en el suelo al regresar del baño. Estaba dormida con sólo su ropa interior. La misma que me había dejado ver y sentir esa noche de baile y copas. La vi por un instante al levantar las cobijas para arroparme. Ahí la tenía dócil y sensual para mí.
    
    Yo estaba a cien mil por hora, y sobre todo con el acelerón de los últimos minutos en el auto de mi madre, con el interrogatorio erótico.
    
    Así que no dudé más. Sabía que mi madre sabía que esa noche haría algo con su cuerpo, que la usaría para mi placer. Pero no me lo dijo, ni me lo insinuó. Simplemente yo lo intuí. Así que con la verga a punto de estallarme dentro del piyama decidí que esta vez, como lo había planeado días antes, no me vendría sobre su ropa, sino en su piel, suave, dulce, aromatizada.
    
    Era la culminación magistral de aquella noche llena de erotismo, bañada de sensualidad. Por costumbre primero me cercioré de que ella durmiera, y para ser honestos no solo dormía, ...
    ... hibernaba, su respiración era profunda. La tenía libre a mis anchas.
    
    Saqué mi verga del piyama y comencé a frotarlo sobre el satín de su bikini blanco, muy lindo. Se sentía la gloria en mi glande. Ya inspirado por aquel olor delicioso que desprendía el perfume de mi madre, liberé sus tetas de su brassier, sin quitarse, solo quedaban por encima de la prenda blanca que las sujetaba, contradiciendo a la ley de la gravedad. Ambas rebotaron arriba y abajo al verse libres. Me alce un poco para verlas, y ahí estaban portentosas, sublimes, un par de melones duros y turgentes. De pezones rozados y pequeños. El encaje de su sostén los adornaba por la parte inferior de una manera seductora que me calentó más. Comencé a sobarlas y apretarlas con desespero, sentí muchas ganas de chupárselas, pero no quería adelantarme a otro episodio, había tiempo, decidí desde aquel instante que viviría mis fantasías una a una, e iría tomando lentamente cada parte del cuerpo de Moni, conforme todo se fuera dando. Aquella parte era casi sagrada para mí, y con solo verla me sentía satisfecho y extasiado.
    
    Me acomodé como de costumbre, rodeando su cuello con mi brazo izquierdo para sujetar con mi mano sus tetas. Y con la derecha comencé a trabajar, masturbándome mientras sobaba mi pene entre las nalgas de mi madre. La suavidad del satinado me hacía sentir escalofríos de placer que me causaban estremecimientos. Cada segundo lo disfrutaba recordando todo lo pasado en el bar, todas las palabras en el auto, con ...