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Inicio Precoz en el Campo (tercera parte)
Fecha: 24/12/2020, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
Desde entonces chuparle la pija a Vicente y tomarme su leche se transformó en mi hobby diario. Ya no era una cuestión de novedad sino de placer sexual porque tan sólo con pensar en él se me paraba la pijita y debía tocármela. Durante un par de semanas prácticamente se la mamaba una tres veces por día, y en ese sentido Vicente era un tipo como pocas veces vi, ya que nunca decía que no, ni le flaqueaba la pija. Creo que difícilmente él haya tenido un período con tanta actividad sexual. Jugar con sus huevos era mi obsesión y Vicente solía ponerse unas bombachas que tenían descosida la entrepierna, y como nunca usaba calzoncillos eso me permitía meter mano en cualquier momento y disfrutar de esa suavidad y tibieza que tanto me gustaba, para luego olerme la mano ya que su olor a huevos me resultaba afrodisíaco. No nos besábamos tanto, sólo después de algunas mamadas, pero él se aficionó a tocarme la cola con la misma libertad con la que yo le tocaba los huevos, y solía hacerlo con un dedo hurgando en mi zanjita con tal suavidad que me erizaba. Tal como lo había predicho aprendí a mamársela cada vez más profundamente sin que me vinieran arcadas. Había logrado que su cabeza pasara la garganta, pero nunca pude conseguir que entrara toda por ese ensanchamiento que tenía en medio de su tronco. Fueron meses de un doble adiestramiento para mí. Tenía el entrenamiento y disfrute sexual con Vicente con quien pasaba casi todo el día gracias a que había convencido a mi madre de que me estaba ...
... enseñando talabartería y las labores del campo, lo cual la alegraba porque sería mi futuro laboral, y por la noche mi mamá me entrenaba en el arte de cocinar porque, como me había tenido siendo ella ya grande, temía morirse pronto y aseguraba que los "patrones" me permitirían permanecer como casero si sabía cocinarles los fines de semana que venían. Y yo disfrutaba de ambas cosas ya que la cocina me gustaba y parece ser que tenía cierto don innato para ello. La rutina tomó un giro un mediodía de verano cuando, después de almorzar, llegué al puesto de Vicente y lo encontré desnudo refrescándose en el bebedero del caballo. Me invitó a meterme por lo que me desnudé y nos apretujamos en el poco lugar que había, fue un largo rato de franeleada mutua hasta que a Vicente se le ocurrió que aprovecháramos para bañarnos y se fue a buscar jabón y una toalla. Lo hicimos por turno, primero él me enjabonó recorriéndome todo el cuerpo con esmero, con particular atención en mi cola y genitales lo cual me hacía volar en calentura. Cuando me tocó a mí copié su forma de hacerlo y fue la primera vez que pude ver y tocar el agujero de su culo coronado de pelirrojos y enrulados vellos. Su pija estaba bien parada y luego de enjuagarla me metí su cabeza en la boca pensando en coronar el baño con una mamada habitual, pero me detuvo diciéndome que me enseñaría algo nuevo que me iba a gustar, por lo que salió del bebedero, se puso las alpargatas (un calzado de lona y suela de yute, típicos de la zona) ...