UNA LINDA HISTORIA
Fecha: 01/01/2021,
Categorías:
Fetichismo
Autor: memito, Fuente: SexoSinTabues
Miro la noche. Sentado sobre mi cama, a oscuras, en silencio. Miro por la ventana, hacia la oscuridad que se extiende plácidamente. Me encanta esa sensación, contemplar el cielo jaspeado de rutilantes estrellas, de encendidas brasas desperdigadas. Me gusta esa peculiar brisa nocturna que eriza la piel de los amantes furtivos, que seca el sudor del ladrón tras su escalada. Diría que soy una criatura nocturna por placer y no por naturaleza. A través de los cristales distingo la silueta de nuestros dos perros, siguiendo el rastro de algún zorro. Buen provecho, les deseo. El ingente bulto del gran tractor y de la cosechadora señala la existencia de la cerca que delimita el círculo interior de la granja. Más allá de esta valla de madera y alambre, los campos y cultivos están abiertos, salvo la parte del ganado. Me llamo Sergio y todo esto pertenece a mi familia. Me gusta estar desnudo en la oscuridad, en la intimidad de la gran buhardilla que he convertido en mi refugio. Nadie sube allí, nadie me molesta. Un nuevo destello llama mi atención. La noche es terriblemente oscura y está empezando a ser surcada por incandescentes líneas de fuego eléctrico. La tormenta se acerca. El silencio es total. Todos duermen en el piso bajo. Solo yo me mantengo despierto, contemplando la majestuosidad de los elementos desencadenados. En realidad, siempre soy el último en acostarme y el primero en levantarme; siempre ha sido así desde que recuerdo, desde que aprendí a amar la soledad. Por eso me ...
... gusta la buhardilla del desván. Me complace su tranquilidad, su intimidad, su seguridad… Mi padre me deja utilizarla, siempre que yo me ocupe de mantenerla limpia. Tenía diez años cuando abandoné la habitación del piso bajo, al lado de la de mis padres, para subir aquí arriba, bajo el tejado de pizarra, y dormir mirando las achatadas vigas de madera, inclinadas sobre la cama. Me siento aislado de los demás, voluntariamente excluido, sin tener que relacionarme con todos ellos más de lo necesario. Nadie sube aquí, nadie me echa de menos. ¿Acaso soy un mal hijo? ¿Un descastado? No lo sé. Puede que si. Incluso mi madre se ha acostumbrado a esta rutina. Sin duda me quiere, pero, al menos, le quito trabajo. Yo limpio, hago mi cama, lavo mi ropa. Sé cuidarme solo… soy independiente. Un nuevo relámpago, más potente que los anteriores, ilumina el desván. Por un momento, tengo una visión completa de mi cuerpo en el gran espejo adosado a una de las paredes. Mi cuerpo, mi grandioso y maldito cuerpo, fuente de todos mis problemas… A causa de él, trabajo más que ninguno de los que viven en la granja; a causa de él, me hice un solitario. Me faltan dos centímetros para alcanzar los dos metros, y peso ciento treinta y cuatro kilos. Tengo dieciséis años. Me han llamado demasiadas veces el Chico Masa en la escuela y no he sabido nunca contestarles. Soy muy alto y terriblemente obeso. Según mi madre, no soy feo. Poseo rasgos atractivos, pero… ¿Quién puede creer a una madre? De todas formas, aunque ...