1. Vivan los tríos


    Fecha: 09/01/2021, Categorías: Incesto Autor: URAQUITO, Fuente: CuentoRelatos

    En mi adolescencia tuve un encuentro homosexual con un amigo. Nos masturbábamos e intentamos penetrarnos en varias ocasiones infructuosamente. Éramos tan idiotas que no se nos ocurrió proveernos de lubricante, ni siquiera recurrir a la saliva, y a falta de penetración, tampoco se nos ocurrió mamarnos la verga.
    
    Me gustaba sentir su verga dura en mis manos y desde luego las caricias que él prodigaba a la mía. Me quedé con las ganas de sentir su verga clavada en mi culo y se convirtió en "una asignatura pendiente".
    
    Me casé, tuve hijos y un buen día surgió en mi mente la idea de que alguien se cogiera a mi esposa.
    
    Mientras estábamos calientes cogiendo, le soltaba suavemente al oído, si no le gustaría otra verga. Por su educación en escuela de monjas, estas recurrentes proposiciones la escandalizaron, pero mi constancia logró vencer su resistencia. En nuestras sesiones de sexo, siempre aparecía "una verga" y su curiosidad hizo que me preguntara detalles sobre este órgano.
    
    Un buen día logré que aceptara tener otra verga en nuestra relación. Pensé en recurrir a aquel amigo con quien tenía la confianza suficiente para ofrecerle a mi esposa.
    
    Lo comenté con ella y naturalmente tuve que ponerla al tanto de mi experiencia adolescente. Me sorprendió que ella considerara que siendo homo sexual a lo mejor lo que deseara fuera cogerme a mí y para mi mayor sorpresa, me dijo "si lo que queremos es otra verga en nuestra relación, da lo mismo que sea para mi o para ti, que te ...
    ... parece?"
    
    Busqué y encontré a aquel amigo y abiertamente le propuse que se cogiera a mi esposa. Me confesó que era homosexual declarado y que ni le interesaban, ni le gustaban las mujeres, pero que le encantaría que reintentáramos penetrarnos.
    
    Mi esposa se calentó, al 100 cuando se lo conté y me pidió que fuera a verlo pronto, para que tuviéramos tema real sobre el cual hablar mientras cogíamos.
    
    Fui a verlo e intentó besarme en la boca, lo cual me desagradó. Sentí una contradicción que rechazara sus besos pero no su verga en mi mano y en mi boca, y con suerte dentro de mi culo. Cuando saque su verga del pantalón, me sorprendió muy gratamente ver el tamaño, pero sobre todo el grosor de aquella verga que conocí cuando era de tamaño semejante a la mía. Mi primer impulso fue metérmela a la boca y sentir la suavidad de la cabeza y la dureza del tronco. Debo haberlo hecho muy bien pues en un par de minutos estaba echando semen que tuve que tragar para no vomitar.
    
    Ya tenía material para darle una buena cogida a mi esposa. Cuando llegué a casa la encontré preparada para coger, le encantó mi experiencia y me pidió que fuera otra vez para repetir la mamada e intentar que me la metiera. Lo fui a ver varias veces con la misma intención y por más que lo intentamos, ahora sí, con lubricante abundante, no logró metérmela porque simplemente no me cabía. A lo mucho me metió la mitad de la cabezota y era suficiente para que lanzara chorros de semen dentro de mi culo y me lo dejara ...
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