1. Una familia muy normal - XVIII


    Fecha: 10/01/2021, Categorías: Incesto Autor: sayago19, Fuente: SexoSinTabues

    ... jugueteo, pero nunca hubo penetración” Apoya una rodilla en la cama, me toma de la cadera y me hace girar para quedar boca abajo, sus besos caen como lluvia sobre mi nuca y cuello, sus manos deslizan el cierre del vestido con lentitud; cada centímetro de piel que aparece es cubierto por besos de mi padre. La sensación es sensual y deliciosa, me levanto un poco para que él pueda despojarme del vestido, la parte no cubierta por mi tanga es un lienzo donde sus dientes, labios y lengua escriben versos en la curva de mi trasero. Sus manos acarician mis muslos, mis pantorillas, juegan con mis tobillos, tocan cada uno de los dedos de mis pies. “papá quiere verte desnudo” le digo mordiéndome el labio inferior con un poco de pena y un mucho de deseo, mientras me apoyo en un brazo para intentar colocarme boca arriba. Se levanta de la cama y se retira un par de pasos, se quita la camisa y la camiseta, se desabrocha el pantalón y lo deja caer; arroja zapatos y calcetines hacia un rincón. Mi corazón está desbocándose, sobre todo al ver su potente erección abultando dentro del bóxer, mete los pulgares en el elástico para desprenderse de la prenda “no, papi, aún no; quédate quieto” Me incorporo y comienzo a besar su pecho, juego con sus vellos; beso sus pezones; mi diestra acaricia su estómago plano (a pesar de sus 42 años) y juega con los bordes de su ombligo, la izquierda acaricia apenas con las uñas su muslo, haciendo círculos y aproximándose hacia su ingle. “tengo que confesarte ...
    ... algo” “¿qué? ¿Qué me has observado cuando tenía relaciones con tu madre?” “si”. “tu madre me lo dijo, quería que las desflorara cuando tenían quince y sabes que su insistencia fue la causa de nuestra separación; yo deseo que sea una ocasión especial para ti”. Mi boca sella la suya, con la izquierda tomo su mano y la pongo en mis senos; mientras la derecha se desliza por dentro de su bóxer hasta sentir su miembro firme por la excitación. Bajo su prenda y me deleito viendo su pene erecto, surcado de venas, resaltando como una torre sobre su afeitado pubis. Los dedos de mi diestra se cierran en torno a su miembro y comienzo a darle una serie de caricias (no es el primer órgano viril que manipulo, pero si el que siempre había deseado tocar) no tiene 18 cm como lo había pensado originalmente, mi mano me hace comprender que mi cálculo estaba equivocado: 20 gloriosos centímetros de carne dura, caliente, abro la boca y con mi lengua comienzo a lamer delicadamente el glande de ese grueso y venudo miembro. Mis labios se cierran sobre esa lanza de carne, mis dientes arañan delicadamente el grueso tronco, y el suspiro que emite es un indicador de que estoy haciendo un buen trabajo. Con la habilidad de su experiencia, su diestra suelta mi sostén y me hace levantar; posteriormente sobre mi tanga comienza a acariciar mi rincón secreto (ya mojado por cierto), lleva sus dedos a la nariz aspira su fragancia como si fuera un perfume y después lo prueba lamiendo cada uno de los dedos húmedos de mi ...
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