Una mujer joven y hermosa para otra madura y creo aun bella
Fecha: 25/10/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Mara, Fuente: CuentoRelatos
... estoy a gusto contigo.
—Y yo contigo también.
Luego llegó el otoño y entre mi trabajo, los cuidados a mi padre y el nacimiento de mi primer nieto los días se fueron como agua, ella me enviaba mails y mensajes a mi celular, poco iba yo al ciber por falta de tiempo, de repente una mañana llamaron a la puerta de casa, era ella.
—¡Que milagro! Pasa, pasa ¿Qué haces por aquí?
—Tenía ganas de verte y… me invitas un café
—¡Claro tonta entra!
Mi padre se hallaba en la pequeña salita dormitando enfrente del televisor, le bajé el volumen sin que papá se percatara de nada.
—Pasa siéntate, es mi papá… el casi no oye, ni se va a despertar —le serví su café bien caliente a Naty y nos sentamos en la mesa de la cocina— ¿Qué te trae por acá?
—Pues necesitaba una amiga, ayer vi a Manolo abrazado de una tipa, una güereja, iban muy contentos, ni siquiera se percató de mí. Comenzó a sollozar, sus hermosos ojos se inundaron de lágrimas. Guardé silencio.
—Sigue —la animé.
—Pues eso, que lo vi, nadie me lo dijo, por la noche le llamé y ni siquiera me contestó. No pude dormir ¿Qué hago, que te parece?
—Me parece que ese cabrón ya te dejó claras las cosas ¿O no?
—Si Mara, estoy muy triste.
La abracé y ella soltó todo su llanto, nos levantamos y quedamos abrazadas un buen rato, le acaricié su cabello largo, negro y sedoso. Quedamos fundidas en un abrazo apretado.
—¿Quieres otro café?
—No, me gustaría emborracharme. Mamá fue a Oaxaca a reparar unos empaques ...
... y la abuela se quedó en casa de una tía, la hermana de mi mamá, puedo y quiero emborracharme ¿Tienes tequila o algo de licor?
—No, pero voy a comprar.
—Pero, tienes que irte a trabajar.
—No, hoy no abrimos, yo descanso domingos y lunes ¡Gracias a Dios es lunes!
Dije y salimos a comprar licor y cigarrillos. Un rato después tomábamos unas cubas bien frías. Llevé a papá a la recámara a que descansara, llegó la tarde y cuando comenzaba a obscurecer nos salimos al patio a ver las estrellas, era noviembre y ya se distinguía la constelación de Orión saliendo por el oriente, recargadas en el tanque de agua fumamos y miramos al cielo. La abracé y ella volvió a sollozar. Nos metimos de nuevo a la cocina y le preparé un sándwich a ella y otro para papá, se lo llevé al viejo y regresé rápidamente, ella se había desparramado en el viejo sofacito de la sala, su vestido de cuadritos rojos y blancos similar al uniforme que usan las chicas de bachillerato se alzó dejando sus piernas que se mostraran generosas. Me senté enfrente de ella en el viejo sillón café.
—¡Qué a gusto me siento aquí en tu casita Mara! ¿Nada más viven tú y tu papá aquí?
Sin poder dejar de mirar esas hermosas piernas nacaradas le contesté.
—Por el momento, es que papá vivía lejos y ahora regresó conmigo, creo que su “vieja” ya no lo quiso cuidar más.
—Es una carga para ti ¿No?
—Pues no tanto, es muy tranquilo, ni sombra de aquel señor de carácter fuerte que fue y que mi madre amó hasta el último ...