1. Una situación embarazosa en Urgencias


    Fecha: 25/10/2017, Categorías: Incesto Autor: Aldebaran, Fuente: CuentoRelatos

    ... ninguna.
    
    -¿Algún sueño erótico?
    
    -No, que yo recuerde.
    
    Me hizo sentarme en la camilla y me hizo desnudarme de cintura para abajo de nuevo. Yo estaba algo nervioso.
    
    Se puso los guantes y me examinó el pene. Miró también donde habían estado los puntos.
    
    -Todo parece perfecto. Pero me gustaría comprobar una cosa. Como queda tu pene en erección y si la piel no tira.
    
    Me puse rojo como un tomate. Ella debió de darse cuenta.
    
    -Aquí no tengo ninguna revista ni nada por el estilo.
    
    Se quedó pensando un momento.
    
    Entonces se quitó la bata y la dejó sobre su silla.
    
    -No puedes decir nada de esto. Si se enteran, me despedirán.
    
    Se quitó la blusa y la falda y se quedó en ropa interior delante mía. Creo que yo había empezado a temblar.
    
    Al ver que no reaccionaba, se quitó el sujetador y dejó al descubierto sus pechos. Eran preciosos y mi pene se enderezó un poco.
    
    -No es suficiente todavía, afirmó.
    
    Entonces se inclinó y se bajó las bragas. Se las quitó del todo y las tiró al suelo.
    
    Su triangulo de pelo, no depilado al completo, dejaba un fina linea, apuntaba hacía mi.
    
    No pude mas y me pene se enderezó del todo.
    
    Desnuda como estaba, se acercó a mi y empezó a ver como descubría mi glande. Agachada así como estaba, tenía sus tetas pegadas a mi cara y mi polla se puso aún mas dura. Casi me dolía.
    
    La situación era súper morbosa. Ya no sentía corte, solo excitación. Un deseo enorme.
    
    Ella siguió manipulando mi pene, viendo que todo había quedado ...
    ... bien.
    
    Después de acabar, se levantó y se me quedó mirando.
    
    -Tampoco podemos dejarte así, me dijo.
    
    Se giró y entonces me mostró su culo que hasta ahora no había podido ver.
    
    Cogió el jabón ese que ahora vemos en todas partes para desinfectarnos las manos y echó unos chorros en mi pene. El rabo me iba a reventar.
    
    La doctora comenzó a meneármela. Era una experta. A mi solo me salía que eso no estaba bien, que me iba a correr enseguida y que, por favor, me dejara. Pero en realidad, estaba disfrutando como un loco y gozaba y gozaba.
    
    Su novio o su marido, si es que estaba casada, debían disfrutar como un loco con esas pajas. Yo estaba en el cielo y no me importaba que alguien abriera la puerta y nos pillara. Ni siquiera me preocupaba por el trabajo de ella.
    
    Unas cuantas subidas y bajadas de sus manos por mi pene y me corrí como un loco.
    
    Mi semen saltó a sus tetas preciosas y a ella no le importó nada.
    
    Pensaba que se levantaría y limpiara sus tetas, pero no fue así. Se arrodilló y se metió mi polla, ya flácida en su boca.
    
    Sabía mamarla también como nadie. Mi novia nunca me había hecho nada de esto, la muy recatada y la doctora cumplía todas mis fantasías.
    
    Pese a que acababa de correrme, en cinco minutos mi rabo estaba otra vez a cien.
    
    Ella seguía mamando y mamando, como si no hubiera un mañana.
    
    No aguanté mucho mas, pese a que acababa de correrme y un nuevo impacto de mi semen, esta vez con menos chorros, cayó en su cara.
    
    -Échamelo en la cara. ...