1. Pasión inmoral


    Fecha: 27/10/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... dije que yo tenía necesidad de ser escuchado, de sacar algunas cosas que lastimaban mi interior. Creo que más bien por apiadarse de mí aceptó la invitación. Elegí un buen restaurante por la zona, el cual es muy acogedor y tranquilo y tiene una buena cocina.
    
    Llegamos al lugar, elegí una mesa que tiene una vista al jardín interior y que además está un tanto oculto para la vista de los demás comensales. Sin consultarle, ordené una botella de un delicioso vino blanco bien frío, pues se apetecía con el calor que estaba haciendo. Al tener nuestras copas en las manos, propuse un brindis, que me salió espontáneo, por esa casual e inesperada comida y por lo bella y agradable que es ella. Ella me agradeció el gesto y la comida transcurrió de lo más amena. Cuando nos dimos cuenta, el tiempo que disponíamos se estaba agotando y aunque yo podría ingeniármelas para atender mis asuntos otro día, me preocupaba el que ella tenía que regresar a su trabajo, por lo que me ofrecí entonces a llevarla. Ella me contestó que no se le había olvidado que yo le había comentado que tenía algunas cosas que desahogar y que no me preocupara por su trabajo, que ella era muy cumplida en él, que estaba al corriente y que solo bastaría avisarle a su jefe que no regresaría por la tarde, inventando que haría algunas actividades fuera de la oficina. Yo le insistí en que lo más correcto era que regresara a trabajar, pero a cada una de mis insistencias ella decía que poco nos veíamos, que difícilmente ...
    ... volveríamos a poder estar platicando solos y que además yo reflejaba tener una serie de problemas que era necesario soltar, que eso me haría mucho bien.
    
    Finalmente me convenció, pero le propuse ir a un bar, puesto que lo que tenía que comentarle ameritaba hacerlo con una copa. Un tanto mis problemas y otro tanto los efectos que empezaba a hacer el vino en ella, le hicieron aceptar mi propuesta.
    
    Así llegamos al bar, pedimos un tequila y empecé a contarle mis problemas con su prima. Poco a poco fui sintiéndome mejor, su comprensión y sus consejos mucho tuvieron que ver. Pedimos un tequila más, la plática se fue desviando. Empecé, sin proponérmelo, a resaltar sus virtudes. Ella, talvez por los efectos de los dos tequilas, me confío que desgraciadamente ningún hombre había observado eso y que no me creía. Para lograr convencerla de esa gran verdad, cada vez fui siendo más elocuente y vehemente. Además llegué a resaltar su belleza física. La música había aumentado su volumen y yo tuve que acercarme cada vez más a ella, llegando el momento a tener que decirle algunas cosas casi al oído. Ella me contestaba que solo lo decía porque era todo un caballero, fue entonces cuando le dije lo mucho que me gustaba, le conté las veces que en secreto admiraba su belleza y siendo osado, para convencerla, le dije que de no estar casado y peor aún con su prima, seguramente en ese momento estaría cortejándola. Me alejé un poco de ella, lo necesario solo para mirarle a los ojos y para que ella viera mi ...