1. Mi Suegro Favorito


    Fecha: 27/10/2017, Categorías: Tabú Sexo con Maduras Autor: AkuSokuZan, Fuente: xHamster

    ... No… … Ya no… … No quiero… … Por ponerte farruco.Una bocanada de ansiedad llena los pulmones del abuelo, incapaz de resignarse, ahora, frente a tan inoportuno castigo:JULIÁN: Perdóname, Marina. No te había entendido. Si no me lo cuentas… Es como si yo te digo que quiero enseñarte mi pene. ¿Cómo te lo tomarías tú?MARINA: No, no, no, no. No es lo mismo. No se trata de mis genitales.JULIÁN: Genitales o no, ¿qué más da? ¿Son más censurable por su función biológica? ¿No es esta una de tus famosas construcciones sociales? ¿Cómo la del pezón?Marina abre los ojos sorprendida. No esperaba un revés argumentativo tan lúcido. Julián acaba de usar la doctrina de su propio libro para desmontar ese discutible argumento de pudor.JULIÁN: Si te parece ridículo censurar un pezón… ¿Una paradoja ridícula has dicho?MARINA: No sé si he dicho… … ridícula… … ¿Lo he dicho?A esa titiritera no le gusta la pose triunfal que acaba de adoptar su juguete articulado. Pese a su certero razonamiento, no está dispuesta a concederle ninguna legitimidad para gobernar esa curiosa escena primaveral. Tras atrincherarse en un enfado fingido, adopta un discurso más infantil:MARINA: Pues no te las enseño porque no me da la gana.La chica cruza los brazos y gira la cabeza con sus labios sellados. Está de rodillas sobre el césped más cercano a la piscina; con las piernas juntas y sentada sobre sus propios pies estirados. Un escaso metro y medio les separa cuando una sutil brisa peina ese silencio airado.Julián ha ...
    ... vuelto a quedar patidifuso:“¿Este enfado va en serio? ¿Se trata de otra frivolidad bromista? ¿Un movimiento más en un juego que no estamos jugando?”Tras haber considerado la posibilidad de contemplar, legítimamente, las tetas de Marina, la efervescente lascivia de ese jubilado tensa su conformismo hasta el punto de ruptura; y es que: escondida bajo una corrección verbal infranqueable, se esconde una devoción que ansía tomar la palabra:JULIÁN: ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo hacer para que me perdones?MARINA: ¿Y para qué quieres que te perdone?JULIÁN: Tú tenías razón. Aunque no quiera, voy a pensar mucho en tus pechos.Incapaz de mantener su rictus enfurruñado, la chica vuelve a mirarle con una expresión mucho más amable y sonriente:-Le voy a contar a Marcela lo que me acabas de decir, ahora, cuando llegue--¿Qué es lo que quieres de mí?- desesperándose por momentos.-Quiero que me lo pidas de rodillas- con un tono repentinamente altivo.A Julián no le hace falta ser un experto en guerras psicológicas para comprender que: si cede ahora; si hace esta concesión en detrimento de su dignidad; si emprende el infame camino de la humillación… no solo dañará su orgullo, sino que desnudará su febril deseo por una niña que bien podría ser su nieta.Mientras el viejo se lo piensa, Marina abanica miradas sugerentes con sus vertiginosas pestañas oscuras y juega con los cordones de la parte de arriba de su bikini. A estas alturas, el nudo que se ataba a su espalda ya se ha desvanecido, y la jerarquía ...
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