1. Un romance extraño


    Fecha: 23/02/2021, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... “Londón” de la “Engalaterra” y poder allí, esa misma noche, celebrar la Cena Nupcial con el ansiado, “Al Fin Solos” y las albricias de la Noche Nupcial. Lo único malo fue que el cara dura de D. Obdulio Contreras, eso sí, rápido y eficaz cual cemento rápido y eficaz, le presentara una “Dolorosa”, como él mismo definiera a su nota de gastos, por 22.000 pesetazas, que descontadas las 10.000 del ala ya adelantadas en un más que principio, según le dijo el D. Obdulio al Celestino
    
    —Con doce mil que me dé, pues queda usted como un señor
    
    Y como un señor quedó el bueno del Celestino al soltar las 12.000 del ala casi sin rechistar. Pero es que, en aquél segundo día de la estancia del “Celes” en Madrid, también sucedieron otras cosas menos agradables, qué se le va ha hacer, si entre las rosas siempre tiene que haber alguna espina que otra, ¡y qué manía de espinas, leñe! La cosa fue que, para aquella noche, el bueno de D. Obdulio le había ofrecido al “Celes” enseñarle “Madrid La Nuit”, pero que quede claro, pagando el “Celes”, claro, que el hacerle el D. Obdulio de “Cicerone”, también valía un dinero… ¿O no?, que decía el cara de cemento “armao” de D. Obdulio. En fin, que la cosa se limitó a que el “gestor” metiera al buenazo del “Celes” en un indeterminado número de locales, barra americana, o “puticlubs”, más, menos cutres, más menos, casi decentes, hasta que, por una de esas cosas que a veces suceden en la vida, el “Celes” “guipó” (se fijó, vio) el letrero de uno de esos ...
    ... “antros de perdición”, que diría una ursulina, y el nombre , “El Cornetín”, le recordó algo; sacó el bolsillo una cerillas, una de esas carteritas con unas veinte cerillas que, en la tapa, llevan el nombre del sitio, propaganda, a fin de cuentas y dijo a D. Obdulio, puesto muy formalito a su lado
    
    —Mire usted, D. Obdulio, y qué casualidad. Estas cerillas, anuncian ese mismo bar, “El Cornetín”. Mírelo usted; mírelo, y verá que es verdad… Hasta la trompeta que aparece, es igual a la del letrero del bar… ¿Cómo decía que se llamaban estos sitios?... Ah, ya; ya recuerdo… “Puticlub”, porque todas las tías que hay en estos sitios son unas “pilinguis” … ¿Y dónde encontraría yo esto?... Deje, deje, que ya me acordaré… Ah; ya recuerdo… Pues, mire usted qué curioso, ¡en casa de Raquel y de su tía, doña Lola!... Por cierto, una señora la mar de señora; fin, educada… Una señora, ya le digo; toda una señora… Sí señor; toda una señora…
    
    Como Dios les dio a entender, que ya llevaban una mezcla, una especie de popurrí de alcohol de diverso “octanaje”, con absoluta prioridad del de más alto grado, lo que hacía que ambos hombres anduvieren a “dos luces”; vamos, más que menos “alumbrados”. Entrar en el “antro de perdición”, y empezar a no ver ni chota, fue todo uno, que si el Celes no rodó por el suelo nada más entrar, pues a causa de la oscuridad reinante, y el andar a “dos luces” de caletre no advirtió los dos escalones de bajada al acceder a tal interior, fue de puro milagro, porque, en el ...
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